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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Eso lo verémos, picaruelo, dixo el jesuita baron de Tunder-ten-tronck, alargándole con la hoja de la espada un cintarazo en los hocicos. Candido desenvayna la suya, y se la mete en la barriga hasta la cazoleta al baron jesuita; pero, al sacarla humeando en sangre, echó á llorar. ¡Ay, Dios mio, dixo, que he quitado la vida á mi amo antiguo, á mi amigo y mi cuñado!
Quiero ser hombre político, personaje influyente, dueño de este distrito electoral, derrotando al cacique de la cabeza del distrito, que hoy lo puede aquí todo. ¿Quién le mete a usted en esos ruidos, Sr. D. Acisclo? dijo entonces doña Luz. Mis convicciones políticas respondió don Acisclo con suma gravedad. ¿Sus convicciones políticas? Me pasma lo que le oigo decir.
18 Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa haré la Pascua con mis discípulos. 21 Y comiendo ellos, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar. 23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me ha de entregar.
Ambos formularon en sus adentros el pensamiento de simpatía que les asaltaba. Este señor mete respeto lo mismo que un obispo se dijo Amparo. Esta chica parece la Libertad murmuró el patriarca. Entre tanto la muchacha comenzaba su peroración.
Todo será para servir a vuesa merced y a los señores cofrades respondió Rinconete. Y vos, Cortadillo, ¿qué sabéis? preguntó Monipodio. Yo respondió Cortadillo sé la treta que dicen mete dos y saca cinco, y sé dar tiento a una faldriquera con mucha puntualidad y destreza. ¿Sabéis más? dijo Monipodio. No, por mis grandes pecados respondió Cortadillo.
14 Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda. 15 Y otro ángel salió del templo, clamando con alta voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar te es venida, porque la mies de la tierra está seca.
Su padre tiene amenazadas a todas las mozas de que a la que entre aquí en marchándose su hija, le mete él una perdigonada en los lomos.... Y saben que es hombre para hacerlo como lo dice.
No sabía vencer el farmacéutico su genio vivo y zumbón, ni mostrarse tan habilidoso como el caso exigía, y aunque Fortunata le tiraba de los faldones de la levita para que tomase un tono más contemporizador, el maldito no se podía contener: «Vaya con la que saca ahora... Pero, hombre de Dios, ¿a usted qué le importa que el alma venga de acá o venga de allá? ¿Qué se mete usted en el bolsillo con esto? ¿Cree que le van a dar algo por el descubrimiento?
La política trae muchos disgustos; pero en último resultado vienen á recaer sobre los que dependen de ella y tienen el pan de cada día ligado á la voluntad de un cacique. Mas no sucede otro tanto cuando el que se mete en ella es una persona independiente por su fortuna, como usted, pongo por caso, señorito.
Así que, cuando habla de alguna composición poética, nunca se mete a averiguar si es elevada o rastrera, original o vulgar, si tiene o no tiene inspiración: lo único que aprecia en ella es si está o no está bien trabajada. No puede ver a un buen ebanista dando los últimos toques a una cómoda sin exclamar para sus adentros: ¡Qué lástima de poeta!
Palabra del Dia
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