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Mario se hallaba tan trastornado que quería llamar en todas las casas y preguntar por el secuestrador. El delegado procuró calmarle. Fueron a la del alcalde, y éste se levantó solícito y se prestó a ayudarles en todas las indagaciones. Llamaron al jefe de estación y a los mozos y se averiguó en seguida el mesón donde el cojo paraba. Fueron a detenerle con auto del juez municipal.

Capítulo LXV. Donde se da noticia quién era el de la Blanca Luna, con la libertad de Don Gregorio, y de otros sucesos Siguió don Antonio Moreno al Caballero de la Blanca Luna, y siguiéronle también, y aun persiguiéronle, muchos muchachos, hasta que le cerraron en un mesón dentro de la ciudad.

Antes de amanecer, otra vez al carruaje, otra vez a los caminos desiertos, temerosas de los ladrones. Solíamos pasar por algunos pueblos. El coche se detenía, bajábamos para ir a la fonda, comíamos, y vuelta a caminar. Un día mi mamá se quejó diciendo que le dolía la cabeza. Tenía fiebre, y fué preciso quedarnos en un pueblo, en un mesón.

Fernández Jiménez, Moreno Nieto, Castro y Serrano, Manuel del Palacio, tu pobre hermano Pepe, Antonio de la Cruz, Salvador de Salvador, Pérez Cossío, Soler, Pepe Luque, Moreno González, Pineda, e tanti altri, hoy ya viejos ó muertos, levantaron el vuelo con nosotros ó como nosotros, desde aquella deliciosa mansión, en que habíamos formado la célebre sociedad de La Cuerda, hasta las ingratas orillas del Manzanares, donde algunos seguimos viviendo juntos dos años más, bajo la denominación de Colonia Granadina..... ¡Calle del Mesón de Paredes! ¡calle de los Caños! ¡fonda del Carmen, que ya no existes! ¡ventorrillos, ventas y posadas, en que tan pobre y alegremente pernoctamos durante nuestras primeras etapas por el mundo de las Letras, de las Artes, de las Ciencias ó de la Política!..... ¿Quién os dijera que muchos de aquellos locos mozuelos que tan dificultosamente pagaban el gasto diario y tan alborotada traían la vecindad, habían de convertirse en estas graves personas que hoy se complacen en recordar, como inverosímiles leyendas, ó cual si refiriesen travesuras de sus propios hijos, aquellas graciosas cuanto inocentes calaveradas, no reñidas con el más asiduo y heroico trabajo?

Momentos después cabalgaban ambos señores y la dama entre ellos, escoltados por el joven Pleyel. Habíase retardado Roger en el mesón llamando á los arqueros, cuando oyó una voz angustiada pidiendo favor á gritos.

Libro Segundo: Capítulo V: De su huida, y los sucesos en ella hasta la Corte. Partía aquella mañana del mesón un arriero con cargas a la Corte. Llevaba un jumento; alquilómele, y salíme a aguardarle a la puerta fuera del lugar. Salió, espetéme en el dicho y empecé mi jornada.

Había sacado, él mismo su cuartago al soportal del mesón, y ya iba a poner el pie en el estribo, cuando sus ojos, un tanto ofuscados por el reflejo de las encaladas paredes, vieron venir, sobre una jaca, a un donoso pajecillo que parecía hacerle señas desde lejos.

2 ¡Oh, quién me diese en el desierto un mesón de caminantes, para que dejase mi pueblo, y de ellos me apartase! 3 E hicieron que su lengua, como su arco, tirase mentira; y no se fortalecieron por verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dijo el SE

Por no echar la soga tras el caldero, la triste se esforzó y cumplió la sentencia; y por evitar peligro y quitarse de malas lenguas, se fue a servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana; y allí, padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico hasta que supo andar, y a hasta ser buen mozuelo, que iba a los huéspedes por vino y candelas y por lo demás que me mandaban.

Traía la muestra de ellas en su cara, y por las que le habían dado concertaba tamaño y hondura de las que había de dar; decía: "No hay tal maestro como el bien acuchillado"; y tenía razón, porque la cara era una cuera y él un cuero. Díjome que me había de ir a cenar con él y otras camaradas, y que ellos me volverían al mesón.