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A pesar de lo cual, la personalidad artística y social del maestro debió de merecer tal respeto a sus conciudadanos que llegó a ser alcalde y veedor del oficio de pintores, y el Santo Oficio teniendo atención a su cordura y prudencia le encargó que tuviese particular cuidado de mirar y visitar las pinturas de cosas sagradas que estuviesen en sitios públicos, dándole para ello comisión, cual se requiere de derecho.

Si se prescinde de la impenetrabilidad, la operacion puede repetirse hasta lo infinito; luego, el primer infinito, lejos de merecer este nombre parece una cantidad susceptible de incrementos infinitos.

Allí reformo el establecimiento al solo número de 12 familias; propongo los medios de su conservacion y subsistencia, y abro campo con el fomento de la pesca de la ballena, y abasto de la sal para que se sostenga y prospere sin gasto de la real hacienda; y estos medios son los únicos que le han de sostener y fomentar, y los que deben merecer toda la atencion del presente Gobierno.

Pasó como un sueño, costosa manía de grandezas, la gloria militar de Carlos I: tras los males engendrados por la ambición y el despotismo, vinieron la estéril crueldad de Felipe II por conservar lo adquirido, la devoción relativamente mansa con que Felipe III imaginaba merecer del cielo lo que no sabía procurar en la tierra, y subió por fin al trono aquel Felipe IV a quien sus cortesanos llamaban Filipo el Grande, pero de quien nadie se acordaría hoy si no le hubiese retratado Velázquez.

Iniciado en ella el desvío, lo primero que hizo fue evitar que menudearan las visitas de Millán entre semana, fundadas en el préstamo de libros: luego ocurrió la escena narrada a Pepe por el amante desdeñado, en la cual intervino Tirso, y, por último, la muchacha acentuó tan enérgicamente su desamor, que el novio casi dejó de merecer tal nombre.

Había tratado antes con alguna intimidad en Londres á este famoso conspirador y revolucionario, sin compartir sus ideas políticas, mereciendo de él la mayor consideración, como era de esperar de un personaje tan instruído y de pensamientos tan elevados, por cuyo motivo se regocijó sobremanera al saludarlo otra vez en Roma y merecer de él tan cordial acogida.

He afligido á los míos con mis caprichos y mis faltas. No puedo comprender esta catástrofe final sino como una expiación de mi mala vida. He meditado, he llorado, he sufrido y me he inclinado bajo la mano que me hiere, para merecer su misericordia por mi resignación. ¿Así pues, has renunciado á toda esperanza de justificarte? ¿Cómo probar hoy lo que no pude hace dos años?

9 La infeliz Aurora y fineza acreditada, de D. Francisco de Leiva. 10 La nueva maravilla de la gracia, de D. Pedro Lanini Sagredo. 11 Merecer para alcanzar, de D. Agustín Moreto. 12 El príncipe de la Estrella y castillo de la vida, de tres ingenios. 1 Quien habla más obra menos, de D. Fernando de Zárate. 2 El apóstol de Salamanca, de D. Felipe Sicardo.

Hacer aquí un extracto de juicios y opiniones de otros, no nos parece bien, y no se aviene además con la condición de nuestra tarea, que ha de ser breve, no ha de abarcar en su totalidad a Goethe y sus obras, y ha de concretarse a una: el FAUSTO. Sin embargo, aunque no publicamos el FAUSTO completo, sino la primera parte, no es posible hablar de ella sin hablar de la segunda, ni es posible tampoco hablar de todo el poema sin dar alguna noticia sobre el ingenio, los estudios, la índole y demás prendas del autor de dicha obra, la más importante, sin duda, de cuantas Goethe compuso, y aquella por la cual vino a ser más ilustre, y a merecer más alabanzas y aplausos en todas las naciones civilizadas.

Pero estaban allí más de veinte personas, y se vió en la dolorosa necesidad de contestar al ayudante, aunque en el tono menos agresivo posible: Bueno... si usted cree que merece la pena... ¡Pues no ha de merecer! Suponer que usted no está a nuestro lado sino por móviles mezquinos bastardos es insultarle... A vej, don Feliciano. ¿Quiere usted escuchaj una palabra?