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Actualizado: 29 de junio de 2025


A Rinconete el Bueno y a Cortadillo se les da por distrito hasta el domingo desde la Torre del Oro, por defuera de la ciudad, hasta el postigo del Alcázar, donde se puede trabajar a sentadillas con sus flores; que yo he visto a otros de menos habilidad que ellos salir cada día con más de veinte reales en menudos, amén de la plata, con una baraja sola, y ésa, con cuatro naipes menos.

Estaba tomándola el pulso a su modo. Clavó con sus ojos menudos los de Ana y repitió: ¿No sabes lo de Álvaro? El pulso se alteró, lo sintió ella con gran satisfacción. «A con santidades, pensó; pulvisés, como dijo el otro». ¿Qué le pasa? ¿qué se ha marchado? Ya lo . No, no es eso. ¿Qué? ¿No se ha marchado? Nueva alteración del pulso, según Visita.

Esas casamenteras de voluntades, como las llama Quevedo... pero no todo es del dominio del escritor, y desgraciadamente en punto a costumbres y menudos oficios acaso son los más picantes los que es forzoso callar: los hay odiosos, los hay despreciables, los hay asquerosos, los hay que ni adivinar se quisieran; pero en España ningún oficio reconozco más a menudo, y sirva esto de conclusión, ningún modo de vivir que menos de vivir, que el de escribir para el público, y hacer versos para la gloria: más menudo todavía el público que el oficio, es todo lo más si para leerlo a usted le componen cien personas, y con respecto a la gloria, bueno es no contar con ella por si ella no contase con nosotros.

Me he detenido distinguiendo en mi descripción a la trapera entre todos los demás menudos oficios, porque realmente tiene una importancia que nadie le negará. Enlazada con el lujo y las apariencias mundanas por la parte del trapo, e íntimamente unida con las letras y la imprenta por la del papel, era difícil no destinarle algunos párrafos más.

Los balcones de las casas circunvecinas estaban poblados de gente, y no era raro ver en ellos el rostro fresco y sonriente de alguna linda muchacha que acababa de dejar el lecho, y que con sus menudos dedos blancos y rosados se restregaba los ojos.

Si has estado en mi casa humillada, de hoy para arriba no volverá á suceder, te lo juro por mi salud... Ocuparás en ella el sitio que mereces, serás respetada como las santas que están en los altares y nadie hará allí sino tu voluntad... Á me basta para ser feliz oir tu voz y sentir tus pasos menudos. Soledad escuchó impasible este concierto de palabras dulces y protestas de amor.

Con esto, amiga de chismes, de meterse en líos y enredar a la gente; caminaba con desgaire atroz, a la manera del papagallo, los pies atravesados y a pasos menudos; su voz era chillona y de timbre antipático, tan estridente, que se metía en el oído y allí se estaba vibrando sobre el tímpano, como insufrible chicharra, hasta total aturdimiento... ¿He dicho que se comía las uñas? ¿? pues, ya está hecho el retrato de la señorita Angela Esteven.

Igualmente hay en este cuarto diferentes fragmentos menudos incapaces de servir, de brazos, piernas y demás de estátuas y otras hechuras que no van expresadas en esta relación por no subsistir sin poderles dar destino á dichos fragmentos con arreglo á las que en ellas se refieren, como lastimadas.

En esta zona intermedia donde las colinas se extienden en largas ondulaciones como las olas en el mar, el suelo está enteramente compuesto de cantos rodados y piedras amontonadas. Todo eso son los restos de la montaña que las aguas han reducido á fragmentos menudos, transportándolos y vertiéndolos en enormes aluviones á la salida de los grandes valles.

Como Juanita decía que «cabeza loca no quiere toca», casi siempre iba a la fuente sin pañuelo en la cabeza, luciendo así el primor y la pulcritud de su peinado y dejando ver lo bien plantada que estaba la cabeza sobre su airoso cuello, sólo sombreado por algunos ricillos menudos que se sustraían a la cautividad en que tenía el moño los más largos cabellos.

Palabra del Dia

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