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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Á pesar de su optimista y regocijada filosofía; á pesar de su propensión natural á reir y á ver las cosas por el lado cómico, D. Fadrique estuvo todo aquel día meditabundo, callado, con una seriedad melancólica harto extraña en él. Á la hora de comer apenas probó bocado; apenas si habló con su hermano, con su cuñada y con su sobrina, los cuales, cada uno por su estilo, le agasajaban mucho.
Verdad, verdad masculló Salabert quedándose otra vez profundamente pensativo. Llera también permaneció silencioso y meditabundo. Ya le he indicado a usted el único medio que hay para conseguir la dirección....
Quedose meditabundo el africano al oír esto, y después se dio golpetazos en la frente, como hombre que experimenta gran confusión y desconsuelo. «Perdoñar mí tú... Olvidar mí dicer ti cosa. ¿Qué? ¿Vas a salir ahora con inconvenientes? ¿Es que la operación no vale porque faltaría algún requisito? Olvidar mí requesito... No valer, poique ser tú muquier.
Cediendo por fin á sus insistencias, le dijo Adh-dhobí: «Tu reinado, oh amir, será glorioso y feliz, y señalado con grandes victorias; pero, si mis cálculos no salen fallidos, su duracion será de unos ocho años solamente.» Hixem permaneció largo rato silencioso y meditabundo, mas luego alzó sereno la frente y esclamó: Oh Adh-dhobí, tu prediccion no me amedrenta, aun cuando sea sugerida á tu boca por el mismo Omnipotente, porque si el tiempo de vida que me concede logro pasarlo en su adoracion, cuando llegue mi hora diré resignado: ¡hágase su voluntad!
Aquella señora... aquella Doña Armanda que le aguarda a usted en París.... ¿le necesitará también? Es mi madre pronunció Artegui. Y la respuesta pareció a Lucía satisfactoria, aun cuando realmente no resolviese la duda que acababa de expresar. Artegui, entretanto, rodando un sillón hasta tocar con la mesa, se sentó, y acodándose sobre el tapiz, escondió el rostro entre las manos, meditabundo.
Nosotros no tenemos nada. »Cuba es una tumba muy grande que guarda un cadáver más grande que ella: la raza india muerta. »Esa raza me alienta, y la máxima de Bolívar me conforta: ¡Venceremos!». Calló, inclinó la cabeza meditabundo, me pareció escuchar el ruido estruendoso de las armas en la manigua, y comprendí que aquel hombre era algo más que tribuno, algo más que genio: ¡era la Libertad!
A la izquierda de la aldea, en la ladera del Valtin y en medio de los matorrales, Marcos Divès, montado en un caballejo negro de larga cola, con su espadón colgando del puño, señalaba las ruinas y el camino de schlitte. Un oficial de infantería y algunos guardias nacionales, con uniformes azules, le escuchaban; Gaspar Lefèvre solo, delante del grupo, y apoyado en el fusil, parecía meditabundo.
¿Cuál es, pues, la causa interrumpió Antoñita de ese aire tan sombrío y tan meditabundo? Tengo que hablarle a su tío de asuntos muy importantes. ¡Ay! También yo... dijo Antonia suspirando. Subieron en silencio y precedidos por José entraron en la estancia donde el doctor los aguardaba.
Un solo hombre, impasible ante tan gran peligro, permanecía en el alcázar sin atender a lo que pasaba a su alrededor, y se paseaba preocupado y meditabundo, como si aquellas tablas donde ponía su pie no estuvieran solicitadas por el inmenso abismo. Era mi amo. Corrí hacia él despavorido, y le dije: «¡Señor, que nos ahogamos!»
España va á despertar. ¡Ay de aquellos que sean sorprendidos en el error, cuando la patria sacuda su letargo, abra los ojos y vea...! Fernando no contestó: había inclinado la cabeza y parecía muy meditabundo. La luz de una lujosa lámpara le iluminaba completamente el rostro, aquel rostro execrable que, para mayor desventura nuestra, reprodujeron infinidad de artistas, desde Goya hasta Madrazo.
Palabra del Dia
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