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Actualizado: 31 de mayo de 2025
¿Y hasta la muerte defensor del trono legítimo...? Del trono de Isabel II. ¿Pues qué? es usted.... Masón, señora. Al expresarse así, con la sonrisa en los labios, Salvador creyó que no merecía respuestas serias aquel interrogatorio impertinente. La momia estuvo a punto de deshacerse en polvo al oír la nefanda palabra.
Ved, si no; lleva una cinta verde al cuello; por la Virgen que me ve y me ilumina ¡es un masón! alejadle, pues, hijos míos, alejadle. MUCHAS VOCES. ¡Al agua el comunero! ¡Muera el masón! ¡Al agua! FLORES. Les juro por la sangre de la cruz, compadres, que esa cinta no significa nada, y que... OTRO. ¡Toma! ¡toma! y a ver si tus hermanos te socorrerán, demonio; llámales en tu auxilio.
Pues, ya... el bribón que le capturó y el jefe militar de Estella son una misma endemoniada persona, jí, jí, y esta persona es el perdido de los perdidos, el gran maestre de los canallas, Seudoquis, más masón que Caifás y más liberal que Caín.... ¿Le conoce usted?
Si lo fuera, Maximiliano se moriría de pena, se volvería entonces protestante, masón, judío, ateo. No manifestó estos temores a su querida, que estaba con un pie calzado y otro descalzo, mirando atentamente las idas y venidas de una procesión de hormigas. Únicamente le dijo: «Tiempo tienes de entrar. No conviene tampoco que te dé muy fuerte». Era preciso seguir.
Azorado, Jacobo dio un paso atrás conteniendo casi el aliento, y lanzando una mirada rápida a la cómoda que guardaba los papeles, sacó del bolsillo del pantalón un revólver de seis tiros... El vecino le espiaba, y en su acalorada fantasía vio ya el masón traidor los puñales de todas las logias de Italia dispuestos a reclamarle el precioso depósito.
Y señalando con su mano flaca, cubierta de guante canelo, una luz que a cierta distancia se veía, como farolillo de taberna o café, dijo entre suspiros: En donde está aquella luz se reúnen sus amigotes de usted.... Caballero, si me permite usted que le dirija un ruego, le diré que por nada del mundo sea usted masón.
Tú estás muy enfermo le dijo Salvador con profunda pena , y yo creo que el Virrey te perdonará la vida. ¡Y al dejarme vivir llamas perdón!... vaya un perdón el tuyo. ¡Indultarme!... No, por muy masón que sea el Virrey, no será tan cruel o inhumano. Estás alucinado, y el sufrimiento te enloquece un poco, haciéndote disparatar. Yo estoy cuerdo y sé lo que me digo.
Además, se corrió por Vetusta que don Carlos se había hecho masón, republicano y por consiguiente ateo. Sus hermanas se vistieron de negro y en el gran salón, en el estrado, recibieron a toda la aristocracia de Vetusta, como si se tratara de visitas de duelo.
Si esta tarde hallo un coche, esta tarde me voy. ¿Y confía usted sacar partido de su amistad con ese desollado masón?... ¡Pero qué amigos tiene usted!... Estoy asustado. Creo que podré conseguir algo. Pero ¿de veras va usted?... Ya está decidido. Yo soy así afirmó el caballero dando algunos paseos de un ángulo a otro en la polvorosa estancia. ¿Quiere usted cartas de recomendación?
Los presos eran tres: D. Carlos, un fraile aragonés que pereció el año 35 en Zaragoza cuando la célebre causa y conspiración de D. Vicente Ena, y un capitán de caballería que desde mucho antes andaba en aquellos trotes, y después de ser masón el 20 e indefinido el 24, había ingresado en los nacientes y aún no fogueados ejércitos del Infante.
Palabra del Dia
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