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Actualizado: 19 de junio de 2025
Pues repito que un joven destinado a ocupar tan alta posición en el mundo debe saber algo más que el romance del Barandal del cielo. Verdad es que, o mucho me equivoco, o todo eso de los mayorazgos se lo llevará la trampa, y tarde o temprano se pondrán las cosas de manera que cada cual sea hijo de sus obras. Así debe ser añadió Marijuán . ¿No somos todos hijos de Dios?
Marijuán reventaba de hilaridad. Yo a mi vez no pude menos de hacer alguna observación al narrador, diciéndole: Señor de Santorcaz, allá no se ve ningún castillo, como no sea que se le antoje fortaleza la cabaña de algún pastor de ovejas, únicos rusos que andan por estos lugares. Tú si que no sabes lo que te dices prosiguió Santorcaz, deteniendo su macho en medio del camino . Os seguiré contando.
Será para cuando acabe la guerra, porque ahora no está el horno para bollos dijo Marijuán . Yo también voy a casarme con una muchacha de Almunia, que tiene siete parras, media casa y burro y medio de hijuela. También será cuando acabe la campaña, y a todos les convido a mi boda. ¿Y tú, Gabriel, no piensas casarte?
Nuestro D. Diego, siempre al arrimo de Santorcaz; Marijuán, yo y algunos más formábamos un grupo bastante animado, en el cual no cesó el ruido hasta muy alta la noche. Después de cantar, no escasearon los cuentos, acertijos y adivinanzas, y, por último, la conversación recayó en tema de mujeres. Yo dijo D. Diego con su natural ingenuidad me voy a casar.
D. Diego? dijo Santorcaz. Estoy entusiasmado replicó el mozuelo , y deseo que nos manden cargar sobre las filas francesas. ¡Y mi señora madre empeñada en que conservara yo aquella espada vieja sin filo ni punta...! ¿Está usía sereno? le preguntó Marijuán.
Mientras aguardábamos la salida, nuestras lenguas no estaban ociosas, y, aunque Marijuán me entretenía por un lado con sus donaires y chuscadas, por el otro era de tanto interés un diálogo entablado entre Santorcaz y D. Diego, que a las palabras de éstos dirigí toda mi atención. No puedo menos de copiarlo íntegro y tal cual lo oí, por si mis lectores quieren meditar un poco sobre el mismo tema.
Tal era nuestro furor bélico en aquella fácil victoria, que D. Diego, Marijuán y yo, no encontrando a derecha e izquierda francés alguno, hacíamos grande estrago con nuestros sables en los arbustos del camino, diciendo: «Perros, canallas, ya sabréis cómo las gastamos los españoles.»
Pues bien: los generales Soult y Lannes partieron al galope para dirigir las operaciones del centro y de la izquierda. Yo pertenecía al centro, y estaba en el 17.º de línea y a las órdenes de Vandamme. Avanzamos hacia el arroyo: ¿veis?, fuimos por aquí a toda prisa. -Si aquí no hay tal arroyo dijo Marijuán, riendo . Usted si que tiene la cabeza llena de arroyos y aldeas, y derechas e izquierdas.
Pero ¿qué buscas, que así miras al suelo? Busco un papel que se me ha perdido. Déjate de papeles me dijo Marijuán . ¡Demonios de marinos! ¿Viste cómo atacaban? La hacen hija legitima por autorización real. ¿Qué estás diciendo? Ya no queda duda que hemos vencido a Napoleón, y como éste ha vencido a todo el mundo, resulta que nosotros hemos vencido al mundo entero. ¿Pero, chico, no te vuelves loco?
Palabra del Dia
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