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Actualizado: 9 de julio de 2025
Pero, amigo mío, replicó Marenval con viveza, ¿por qué no ha dicho usted eso más pronto? ¿Al cabo de un año viene usted á aventurar una opinión tan extraordinaria? ¿Quién le ha impedido á usted hablar en el momento del proceso? En aquella época no tenía las mismas razones que hoy para dudar. Pero, ¿cuáles son esas razones? ¡Diablo! ¡Me hace usted saltar con su sangre fría!
Se levantó de una butaca baja mostrando una fisonomía pálida bajo sus cabellos blancos y, dulce y resignada, dió las gracias á Marenval por su visita, si no dichosa por ver alterada la soledad de su existencia, agradecida por un paso que denotaba un recuerdo afectuoso. Marenval se sentó y dirigió la vista hacia un magnífico retrato que representaba un elegante joven de cara franca y alegre.
Un suceso misterioso, todavía inexplicable para mí, había producido la prisión, el procesamiento y la condena de mi compañero de la juventud, de Jacobo de Freneuse... ¡Sí! nos acordamos de aquel deplorable asunto, dijo Chambol, y aun creo que Marenval era algo pariente ó aliado de la familia de Freneuse y que este pobre amigo estuvo muy afectado por el escándalo horrible que produjo el proceso.
Hacía mucho tiempo que Tragomer y Marenval no fumaban, suspendidos por el interés ardiente de aquel drama al que estaban mezclados tan de cerca y cuyos resortes secretos sabían mejor que el mismo protagonista. Se produjo un largo silencio durante el cual Jacobo se repuso de la emoción que le había producido el recuerdo de las peripecias de su historia.
Pues bien, querido amigo, dijo ofreciéndole la mano; esta noche en el pequeño círculo, si no tiene usted nada que hacer. Hacemos nuestro plan para mañana. Convenido. Pero le veo á usted vestido para salir; ¿quiere usted que le lleve á alguna parte? Bueno; á la Magdalena. Salieron, muy contentos el uno del otro. Marenval porque se veía crecer á sus propios ojos.
Yo había pensado: Marenval ha entrado en campaña en seguida porque tiene un alma generosa. Ante la idea de que un desgraciado sufre injustamente se ha exaltado, pero eso no durará. Á las primeras dificultades retrocederá y me dejará continuar solo mi camino. Porque soy testarudo y estoy decidido á salirme solo con mi empeño.
Solamente que yo no tengo más que pintores antiguos... Rembrandt, Rafael, el Ticiano, Velázquez, Hobbema... Marenval miró á Harvey de reojo é interrumpió: Esos son los que se copian más fácilmente. Sí, pero los míos son todos originales. Eso es lo que creen todos los coleccionadores, y como los que les venden cuadros cuidan de no contradecirles...
No se podía dudar de la buena fe de la joven, en cuyos ojos brillaba la franqueza. Pues bien, va usted á oir la verdad puesto que quiere saberla. En lugar de irnos á pasear por las costas de Egipto y de Siria, Marenval y yo hemos atravesado el istmo de Suez y por el mar de las Indias y Batavia llegado á la Nueva Caledonia.
Al cabo de un momento el visitante vió á través de los vidrios un viejo que se dirigía á abrir la puerta. El criado, agradablemente sorprendido, quitó á Marenval el gabán y le dijo con tierna familiaridad: Sí, Señor, las señoras están en casa y se van á alegrar mucho de ver al señor, después de tanto tiempo...
En el bolsillo de su levita se encontró la declaración de Lea probando la inocencia de Jacobo, que fué enviada á la embajada francesa por la policía de Londres. Vesín marchó á París, á fin de activar la revisión del proceso. Los Harvey en su yate y Marenval, Tragomer y la familia de Freneuse en el Magic, se habían dirigido á Cowes.
Palabra del Dia
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