Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de junio de 2025
D. Carlos añadió la otra . Nadie le aprecia más que yo; pero este entrar y salir de hombres a todas horas del día y de la noche no está en conformidad con lo que ha sido siempre nuestra casa. ¿Qué quieres? no me puedo acostumbrar: yo soy así. Lo digo y lo repito, hablaré al Sr. D. Carlos. No faltaba más sino marear al Sr.
De nuestros conocidos, los que salieron mejor librados fueron Isagani y Sandoval: el primero aprobó la asignatura que cursaba bajo el P. Fernandez y fué suspendido en las otras, y el segundo pudo marear al tribunal á fuerza de discursos.
Da fondo al escandallo, y verás que no hay agua para marear... ¿Qué quiere usted que haga entonces? ¿Quiere usted que le deje marchar tranquilamente para Madrid? ¿Quiere usted que le vaya a despedir, y a desearle feliz viaje, dándole las gracias además por el favor que me ha hecho? ¡No, mala centella que lo parta, no!... Mátalo, si quieres, pero no expongas tu vida.
Años atrás, en los últimos del reinado de David, había venido a Jerusalén un príncipe hiperbóreo, a quien de fama conocen sin duda mis lectores. Hablo del sapientísimo Abaris, que caminaba montado en una flecha. Si era la aguja de marear aplicada a la navegación aérea o algo por el mismo orden, no acertaré yo a decirlo en este momento.
Don Álvaro al moverse con alguna viveza, dejaba al aire un perfume que Ana la primera vez que lo sintió reputó delicioso, después temible; un perfume que debía marear muy pronto; ella no lo conocía, pero debía de tener algo de tabaco bueno y otras cosas puramente masculinas, pero de hombre elegante solo.
El mismo estandarte pone sobre la costa en todos aquellos puntos de que se había tomado posesión , conforme en todo con el guión que pintó cierto fraile franciscano á mediados del siglo XIV en códice que se conserva en la biblioteca del Palacio real ; conforme con la enseña desplegada por el rey D. Juan II el año 1431 en la batalla de la Higueruela, según se ve en el monasterio del Escorial; conforme con las cartas de marear antiguas que nos quedan; conforme asimismo con la descripción del pendón real hecha en el inventario que formó Gaspar de Gricio de las cosas que la Reina Católica tenía en los Alcázares de Segovia , es decir, tal cual en Castilla se usó en un período de dos siglos cuando menos.
Unas veces era un talle de mujer, otras una mano enorme, luego un bigote como una manga de riego; esto vio De Pas frente al balcón del gabinete; frente a los del salón las sombras de la pared eran más pequeñas, pero muchas y confusas; y se movían y mezclaban hasta marear al canónigo. «No bailan», pensó. Pero esta idea no le consolaba. Más allá del balcón del gabinete había otro cerrado.
Por último, se servían de la carta de marear ó representación en un plano de la superficie de la tierra, en que se consideraba cada hemisferio como un cilindro cuya base era el Ecuador, y los meridianos eran paralelos. En la carta, partiendo de un punto conocido se situaban todos los demás por rumbo y distancia, ó por rumbo y diferencia de latitud ó por distancia y distancia de latitud.
Al salir la Tribuna, una ráfaga más fuerte desparramó por la mesa muchas hojas de vid, que danzaron un instante sobre la superficie de granito, y cayeron al húmedo suelo. ¿Lo hará? meditó Baltasar a sus solas . ¿Me vendrá a marear en público? Tengo para mí que no.... Estos genios vivos y prontos son del primer momento: pasado ese, se quedan como malvas. Quia... no lo hace.
Siempre el mismo ru, ru... ¡llega á marear! ¿No observas con qué gravedad murmura esta gran culebra?... Parece un maestro que nos está sermoneando, sin cansarse jamás de darnos consejos... Escucha ahora sin embargo... ¡Qué notas de flauta tan hermosas!... Ya vuelve al ru, ru... Otra vez la flauta... Parece que interrumpe su sermón para hacernos una caricia...
Palabra del Dia
Otros Mirando