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Actualizado: 26 de junio de 2025


En su rostro descaecido y marchito, sin embargo, no se habían borrado aún enteramente los rasgos de una belleza excepcional, que había dado mucho que decir allá por los años de 1846 al 48, y que le valiera multitud de romances, sonetos y acrósticos de los más eminentes poetas de la villa, insertos en un periódico semanal que entonces se publicaba en Nieva con el título de El Judío Errante.

Yo, si usted me lo permite manifestó el galán marchito, sintiendo el vértigo de las alturas , haré la comparación de su figura de usted con la figura y rostro... ¿de quién creerá?... pues de la Emperatriz Eugenia, ese prototipo de elegancia, de hermosura, de distinción... ¡Por Dios, Frasquito! No digo más que lo que siento.

Clara está vieja y bastante fea. Su mismo pudor, el recelo de que sospeche su antiguo novio que pretende ella hacer que reverdezca el antiguo amor ya marchito, la hace aparecer más insignificante y más fría.

Aunque serena, la noche fruncirá su ceño, y las estrellas, de lo alto de sus tronos celestes, no bajarán más sus miradas con un resplandor parecido al de la esperanza que se concede a los mortales; pero sus órbitas rojas, desprovistas de todo rayo, serán para tu corazón marchito como una quemadura, como una fiebre que querrá unirse a ti para siempre.

Vivían los ojos, vivían las mejillas sumidas y pálidas, renacía la juventud en aquel semblante marchito por tribulaciones misteriosas, y empañado por perpetuos celajes obscuros. Debía usted estar siempre risueño, Don Ignacio exclamó Lucía . Aunque añadió reflexionando del otro modo se parece usted más a usted. Artegui, risueño y solícito, le ofreció el brazo, pero ella no quiso cogerse.

Comenzó a preocuparse del aliño de su cuerpo, se procuró toda clase de afeites, envió por vestidos a Madrid, aprovechó todos los recursos de la elegancia. Era tarde. Aquel mísero cuerpo abandonado, marchito por los años y la anemia, no recobró frescura ni gracia. Esta idea fija le roía el cerebro en su larga y dolorosa vigilia. ¡No volver a inspirar amor, ser vieja, causar repugnancia!

Cualquiera que lo hubiese observado antes de la desaparición del oro, hubiera podido figurarse que un ser tan desgastado y marchito tendría apenas la fuerza de soportar alguna magulladura o que no sería capaz de sufrir algún debilitamiento sin sucumbir en seguida.

Leto, felicitándose por salir tan fácilmente del atolladero en que se había visto, se arrimó más a Nieves; la cual le entregó el clavel aplastado y marchito, para que no se cayera del álbum mientras le hojeaban. Hojeándole y andando, llegaron al sitio apetecido; y por llegar a él, después de ponderarle mucho Nieves, dijo a Leto: Yo no quiero dibujar. ¡Que no? exclamó Leto asombrado . ¿Y por qué?

Ustedes no son más que cántabros... Precisamente yo debo saber bien eso... ¡Claro! ¡Uzté ze lo zabe too! manifestó un caballero no tan viejo, si bien pasaría de los cincuenta, que entraba a la sazón. D. Enrique Valero, magistrado de la Audiencia también, hombre de agradable porte, de rostro fino y expresivo, aunque extremadamente marchito por la vida alegre que había llevado.

Miren si puede en la galera hallarse Algun poeta desdichado acaso, Que á las fieras gargantas pueda darse. Buscaronle, y hallaron á LOFRASO, Poeta militar Sardo, que estaba Desmayado á un rincon marchito y laso: Que á sus diez libros de Fortuna, andaba Añadiendo otros diez, y el tiempo escoge, Que mas desocupado se mostraba.

Palabra del Dia

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