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Actualizado: 4 de mayo de 2025


El caso era extraño, y Jacobo sintió renacer con mayor fuerza todas sus inquietudes; imposible era que el cochero se hubiese marchado sin cobrar, si alguien no le hubiera obligado o persuadido a marcharse; tuvo entonces un momento de angustiosa perplejidad, de verdadero miedo, que pasó por su ánimo naturalmente valiente, estremeciéndolo como a un cuerpo robusto un soplo helado.

Habia marchado dias antes al pueblo de Challapata Fray Bernardino Gallegos, del Orden de San Francisco, con el pretesto de libertar algunos soldados que llevó D. Manuel de la Bodega, los que se hallaban escondidos en casa del cura; pero su verdadero designio fué el de convocar á los indios para aquel dia.

Observo, señora condesa, que pasa con esa como con las otras hizo observar tranquilamente el notario tomando un polvo de rapé; siempre las echa usted de menos cuando se han marchado, y tiene usted razón. Permítame usted no ser absolutamente de su opinión dijo tímidamente el cura; esa joven, seguramente apreciable, tenía un defecto capital para una familia católica: su herejía.

Creíamos que milord se había marchado a Inglaterra. Y me alegré, señor me alegré dijo el más joven porque no quiero compromisos, y milord me está comprometiendo. Acabáronse las condescendencias peligrosas. Bueno dijo Gray con desdén. El más anciano preguntó: ¿Entró al fin milord en el seno de la iglesia católica? ¿Para qué?

Advertía Fortunata en aquella cara cierta severidad: iba a decir algo; pero la otra no le dio tiempo, y tomándole el brazo, como se toma el de los hombres, le dijo: «Venga usted por aquí. ¿Tiene prisa?». No señora... Yo no me había marchado por esperar a ver si usted venía. Anoche también la esperé a usted, y no quiso venir.

Con los otros capitalistas de la población muchos de ellos compañeros de la juventud, que habían marchado juntos con él en la primera etapa por el camino de la fortuna se comunicaba telefónicamente tuteándose, pero en estilo conciso y seco, como si la riqueza hubiese secado los antiguos afectos.

Habiéndose marchado todos los criados, se quedáron en alto silencio Candido, Martin y los seis forasteros. Rompióle al fin Candido, diciendo: Cierto, señores, que es donosa la burla; ¿porqué son todos vms. reyes? Yo por mi declaro que ni el señor Martin ni yo lo somos.

Clara le miró partir, y aquel hombre, que le había inspirado tanto miedo, que había sido siempre un tirano para ella, le pareció un ángel tutelar que la abandonaba en tales momentos. Sintió impulsos de correr á abrazarle para salir con él; le miró en silencio, y cuando se hubo marchado observó á las tres viejas con terror, y dos lágrimas de desconsuelo y angustia corrieron por sus mejillas.

El amigo francés se ha marchado. Uno de los capitanes interrumpe su relato para lanzar ojeadas á una mesa próxima. Le interesan, sin duda, dos pupilas circundadas de negro que se fijan en él, entre el ala de un gran sombrero empenachado y la pluma sedosa de un boa blanco. Al fin, con irresistible atracción, se traslada de nuestra mesa á la otra.

Todo el mundo tuvo noticia en seguida de este pequeño contecimiento, excepto el señorito L'Ambert, que había marchado al Poitou, con objeto de asistir al entierro de un tío suyo. Cuando volvió a la Opera, la señorita Victorina Tompain poseía un brazalete de brillantes, unas dormilonas de brillantes, y un corazón también de brillantes, pendiente de su cuello a manera de araña de salón.

Palabra del Dia

bagani

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