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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Cuando hubieron subido, el cocinero hizo cargar de nuevo á los lacayos con el cofre y salió. Al llegar á la puerta, el hostelero le dijo con la gorra en la mano: ¿Y el gasto, señor? ¡Cómo! ¿No han pagado? dijo el cocinero deteniéndose con sobresalto. Esos caballeros se han marchado sin pedirme la cuenta, y como arriba quedábais vos... ¿Y cuánto es la cuenta? dijo todo turbado el señor Francisco.
Los constructores de la escollera le ordenaron, valiéndose de gestos, que suspendiese el trabajo de acarrear grandes piedras. Los obreros que las acoplaban se habían marchado, y el universitario que traducía las órdenes no apareció en todo el día.
Quería llegar hasta el santuario del único ídolo en que siempre había de creer, porque era el solo a que no podía tocar. Eran más de las diez de la noche, y los duques, que se habían marchado con su hija a la ópera, no volverían probablemente hasta muy tarde.
Yo creí que tú sabrías dónde estaba, que os habíais marchado los dos sin decirme nada. ¿De manera que no sabes?... Yo no. ¿Cuándo hablaste tú con ella por última vez? El mismo día de llegar aquí; hace ocho días. Cuando tú te fuistes a comer a casa de la señora de Briones, Catalina, la monja y yo nos fuimos a la fonda.
De-Hinchú que estaba presente durante nuestro coloquio, conservó el grave y característico silencio de costumbre. Pero cuando mi vecino se hubo marchado, se volvió hacia mí, con una ligera risa, diciendo: Gallinas de Flostel, gallinas de De-Hinchú, todo es igual.
Su majestuosa figura, fantasma blanco en medio de la sombra, traía como un misterio teatral a la solitaria habitación en que el padre y el hijo estaban, rodeados de tinieblas e invisibles. «¿Se ha marchado D. Manuel?».
Doña Gertrudis guardaba con gran esmero una colección lujosamente encuadernada de Judíos Errantes y solía asegurar a los amigos que si el joven que firmaba sus acrósticos con una V y tres estrellas no hubiese fallecido de una tisis galopante, sería a la fecha el poeta a la moda, y que si otro muchacho, llamado Ulpiano Menéndez, que se ocultaba bajo el seudónimo de El Moro de Venecia, no se hubiera marchado a América a hacer fortuna en el comercio, sería por lo menos tanto como Zorrilla o Espronceda.
Delaberge permaneció un momento pensativo... Se había marchado de Val-Clavin a fines de octubre de 1858 y por aquellos tiempos encontrábase el Príncipe ausente. Precise bien sus recuerdos murmuró ya convencido Delaberge y vea cómo tengo razón para... ¿Qué prueba esto? repuso ella con irritación grande. ¿Se puede nunca saber si...? Existen otras presunciones.
Los chiquillos la rodearon: uno le sacó la lengua, otro le tiró del mantón, y todos pusiéronse a hacerle pitos, descaradamente... Vino un criado y dijo que el señor de tal se había marchado ya...
También podía ser que se hubiera marchado lejos, con la vieja, y no volviese hasta bien entrada la noche. Debía partir. Y con la escopeta en la mano, para ser el primero en disparar si encontraba al enemigo, emprendió el regreso al valle. Otra vez volvió a encontrar en el camino payeses y muchachas que le miraron con tenaz curiosidad, contestando apenas a su saludo.
Palabra del Dia
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