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Actualizado: 6 de junio de 2025


Ojeda la siguió con la vista. Era alta, y su enfermiza delgadez estaba disimulada en parte por lo recio del esqueleto. Las caderas marcaban su ósea firmeza bajo una falta de dril claro.

La frente la tenía espaciosa y cuadrada, sin la más leve curva, como una chapa de hueso con dos aristas a los lados, que se marcaban bajo el gorro de seda que usaba en invierno.

Antes de llegar a la iglesia, Gallardo encontró en la estrecha calle por donde iba a marchar la procesión la compañía de los «judíos», la tropa de los «armados», fieros sayones que, impacientes por mostrar su guerrera disciplina, marcaban el paso sin moverse del sitio, al compás de un tambor que redoblaba sin cansarse.

Julio escuchaba con distracción las noticias de su compañero, los artículos vibrantes recitados con tono declamatorio, los planes de campaña que discurría ante un mapa enorme fijo en una pared del estudio y erizado de banderitas que marcaban las situaciones de los ejércitos beligerantes.

Como amigos habían recibido ellos a los hombres blancos de las barbas: ellos les habían regalado con su miel y su maíz, y el mismo rey Behechío le dio de mujer a un español hermoso su hija Higuemota, que era como la torcaza y como la palma real: ellos les habían enseñado sus montañas de oro, y sus ríos de agua de oro, y sus adornos, todos de oro fino, y les habían puesto sobre la coraza y guanteletes de la armadura pulseras de las suyas, y collares de oro: ¡y aquellos hombres crueles los cargaban de cadenas; les quitaban sus indias, y sus hijos; los metían en lo hondo de la mina, a halar la carga de piedra con la frente; se los repartían, y los marcaban con el hierro, como esclavos!: en la carne viva los marcaban con el hierro.

En otra ocasión, en aquellos mismos sitios, pobres, desgraciados e inseguros del porvenir, la alegría y la salud brillaba en nuestros semblantes. A la sazón, ricos y poderosos, la inquietud y los sufrimientos marcaban en nosotros sus huellas.

Aumentaba la dificultad la circunstancia de ser notablemente rebajados los cuatro arcos torales sobre que habia de erigirse el cimborio, porque estos arcos marcaban muy baja la clave de las bóvedas del crucero y de la capilla mayor, y es sabido que cuanto mas rebajadas son las bóvedas mayor es su empuje.

Sobre la tez blanca empezó á esparcirse una especie de viruela subcutánea, formada de puntos negros pequeñísimos, como granos de pólvora. En una mejilla y en otras partes menos visibles se marcaban ó desaparecían, según los días, grandes manchas violáceas. Era la madurez precoz de la criolla de diversos orígenes.

Era Gurdilo, el célebre jefe de la oposición al actual gobierno: una hembra alta, desprovista de carnes, con el cutis avellanado como si fuese de correa, y unos tendones gruesos y tirantes que se marcaban en el cuello, en los brazos y en las demás partes visibles de su cuerpo.

La calle de estribor estaba inundada de luz; la de babor guardaba la humedad del mangueo reciente, con una fresca penumbra de galería subterránea. Corría la sombra del buque sobre las aguas unidas y tranquilas, como una silueta chinesca. En su lomo se marcaban los perfiles de botes y pescantes y la masa cuadrangular de la chimenea.

Palabra del Dia

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