Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de julio de 2025
Era mi estado como el de un calenturiento con pesadilla. Al amanecer, a misa del alma. ¿Quiénes? Todos querían ir a oírla; pero no se lo consentimos a muchos que hacían falta en la casa, y particularmente a Mari Pepa, que se hubiera visto muy mal para acompañarnos.
Tiene cierto aire de buen muchacho, que me indica que hace poco tiempo que está en la corte dijo la Mari Díaz. ¡Bah! ¡pues si es altivo como un rey, y lleva su capilla parda como si arrastrase un manto ducal! ¡como vos cuando hacéis de reina, reina mía! dijo un poeta. Eso quiere decir que no es un cualquiera recargó la comedianta.
Gracias, caballero, gracias le dijo ; os estoy tan agradecida, que no sabré cómo demostraros... No hay por qué, señora contestó brevemente Montiño. Vivo en la calle Mayor. Muchas gracias. Número sesenta... Gracias, señora. Me encontraréis allí todo el día... En aquel momento la Dorotea salía de la escena, y oyó las últimas palabras de la Mari Díaz.
Seguid, señor Ginés, seguid; vos, Mari Díaz, no interrumpáis dijo uno. Todos los cuellos estaban estirados, todas las cabezas extendidas hacia el noticiero, todos los oídos atentos, porque han de saber nuestros lectores, que en todos los tiempos los comediantes, como gente libre, se han tomado gran interés por los negocios públicos.
Y bien se conocían, sin que él los ponderara, los chamuscones que se había dado, porque apestaba desde lejos a humo de cocina, y tenía la piel como los chorizos curados y hasta con hollín. Mari Pepa no veía motivos para tantas ponderaciones: aquel temporal había sido como otros muchos que habían pasado y que pasarían.
¿Qué decís á esto, Mari Díaz? dijo un comediante rechoncho á la joven, que hemos dicho estaba en medio del grupo. Digo que debe ser muy grave el estado en que se halla don Rodrigo, cuando la Dorotea se atreve á tanto. ¿Qué es eso? dijo otro de los del corro . ¿A quién aplauden de ese modo?
Se cree dijo el alférez que Lerma se haya puesto del lado de la reina. ¡Bah! eso no puede ser dijo uno. La reina odia al duque añadió otro. Creo más fácil que la Mari Díaz deje de ser envidiosa dijo un tercero. Prueba al canto contestó el alférez. Veamos. El confesor del rey, fray Luis de Aliaga, es á todas luces del partido de la reina. Indudablemente.
Eran ya bien las ocho de la noche. La joven estaba triste, porque Juan Montiño se había separado de ella para acudir á un lance desagradable y acaso peligroso. ¿Qué necesidad tenía yo dijo de haberle llevado al teatro? Ninguna. Ha visto á Mari Díaz y ha tropezado con don Bernardino. Bien empleado me está. He querido lucirle. Vamos: si sucede algo malo á Juan, no sabré de qué manera castigarme.
No le pasaría tal ahora me objetó Mari Pepa , si se hubiera casado a tiempo, para vivir como Dios manda. ¿A qué diantres quieren el saber y los posibles cuando se ven solitarios de familia y mozones de casa abierta?... Pues mire, don Marcelo: dicen que para estas casas, por muy cerradas que estén, siempre tiene el diablo una llave.
Además, ni la madre ni la hija pueden, por su condición de sirvientes, imponerse a los caprichos impetuosos de su amo, que, por otra parte, se las sabe ya de memoria, lo mismo que a usted. Más que con caldos y con drogas, hay que atender a este enfermo con entretenimientos que le distraigan y alegren y le obliguen a ser dócil, hasta por la cortesía. En fin, que he pensado en Mari Pepa.
Palabra del Dia
Otros Mirando