Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de mayo de 2025
Doña Manolita suspiraba, acariciaba a doña Luz, la miraba compasiva, la escuchaba muy atenta, y se callaba. Por último, se le ocurrió decir: Pero ¿qué desesperación es la tuya? ¿No ponías en tu billete que deseabas la vida? ¿No me hablabas de una esperanza? Sí: la tengo contestó doña Luz . Por ella, sólo por ella no me he muerto.
Ahora veo a mi hija Manolita, que también sale en camisa... ¡Calle, también se ha despertado Paquito!... ¡No te he dicho que todos iban a recibir un susto!... Pero se van a constipar si andan de ese modo más tiempo... No toques más Juan, no toques más. Cesó el estrépito infernal. Vamos, Adela, Manolito, Paquito, abrigaos un poco y venid a dar un abrazo a mi hermano Juan.
De seguro que ahora, siendo rico, levantándote tarde y paseando en carruaje, te acuerdas con envidia de los tiempos en que bajabas a barrer la tienda a las seis de la mañana y echabas un párrafo con las criadas que van a la compra. Yo sé bien lo que es eso.... ¡Ah! ¡Esa Manuela...! ¡Esa Manolita! El otro día se lo decía yo a su hermano. Ella te ha de matar, y ya estás en camino.
El respeto y el cariño de la hija del médico al P. Enrique eran grandes también; pero no tanto que le impidiesen por completo todo fallo algo contrario sobre su conducta. Doña Manolita, pues, sin pensar que doña Luz hubiese dado para ello ni ocasión ni motivo, empezó a sospechar que el Padre, más o menos confusa y vagamente, estaba enamorado.
Vamos, yo me arrepiento de una tontería que he dicho exclamó doña Manolita . ¿Qué tendría de feo ni de malo que tú fueses y te mostrases donde conviene para que haya quien con títulos bastantes acuda a despertar a ese precioso amor dormido? Casi se me antoja que no sólo tienes derecho, sino que estás en la obligación de hacerlo.
Pero quédese usted a comer, don Eugenio dijo la señora . Desde que salimos de la tienda, ningún año ha querido usted honrar nuestra mesa. No puedo, Manolita. Soy ya muy viejo, y quien me saca de mis sopitas me mata. Además, vaya un regalo: un convidado de mi clase. Masco como una cabra, y 110 divierte ver un viejo entre la gente joven. A cada cual lo suyo.
Manolita decía de él que era un chico simpático, aunque vulgarote, y Rafael, el famoso adorador de la tuna, tratábale siempre con un aire de desdeñosa protección, como si tuviese empeño en recordarle de continuo el abismo existente entre una futura lumbrera de la ciencia y un «gozquecillo» de mostrador. Melchor correspondía a este desprecio con una antipatía profunda.
¿Y por qué dice V. que ese D. Juan es un ente? le preguntó una vez doña Manolita. ¿Por qué lo he de decir? contestó don Acisclo ; porque es un ente; porque es el bicho más raro que he conocido en mi vida. El triunfo Ente o no ente, D. Juan Fresco valió de mucho a D. Acisclo, el cual, mientras más esperanzas tenía, más se afanaba y desvelaba porque no se frustrasen.
Después le enviaron a una provincia, luego a otra y a otra, hasta que, traslado este año, traslado al siguiente, anduvo Pepe media monarquía. Siendo todavía joven se casó en una ciudad de Levante con Manolita, ahora doña Manuela, que al décimo mes de matrimonio comenzó a tener hijos y más hijos.
Sus interlocutores eran doña Luz, doña Manolita, el médico, Pepe Güeto, el cura alguna vez y don Acisclo siempre. Cuando venía más gente en casa de D. Acisclo, aquella franqueza desaparecía, y la conversación, como por ensalmo y sin poder evitarlo, bajaba al nivel villafriesco. Las condiciones de entendimiento y de carácter movían a esto al P. Enrique, no por altivez, sino por timidez.
Palabra del Dia
Otros Mirando