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Actualizado: 13 de mayo de 2025


La guardaré como en depósito, para devolverla más adelante...» Y ocultó la alhaja en el fondo de un cajón, junto a algunas otras joyas que recibiera de su madre. A los pocos días, el capitán Pérez pidió a Coca en matrimonio... Y Laura, yendo con su hermano a visitar a Vázquez, le contó toda la historia, rogándole no fuera a suponer un manejo torpe y desleal de parte de Coca...

La imaginación siempre exaltada de los madrileños aderezó el hecho con interpretaciones y comentarios, y unos vieron en él un manejo político, otros una rivalidad femenina, algunos una señal de reconciliación entre el mundo devoto y el profano, y varios, los que se decían más enterados y eran más hábiles en aquello de ajustarle las cuentas al prójimo, vieron, por el contrario, una emboscada peligrosa que la más inflexible de las beatas tendía a la más tolerante de las pecadoras; un reto del calendario piadoso a la mitología pagana; un combate singular entre la marquesa de Villasis, que arrojaba el guante, y la condesa de Albornoz, que se apresuraría sin duda a recogerlo.

Y aunque un poco se le enredaban en el magín aquellas frases técnicas engagement de sixte, battement en quarte, contre-riposte, feinte, etc., allá las traducía a su modo y se daba por enterado. Decía él que en ningún signo se conocía mejor el grado de cultura de un país que en la afición a las armas. El manejo de ellas despertaba o avivaba la idea del honor y la dignidad humana.

Un día, con verdadera estupefacción del vecindario, se dijo que acababa de llegar en la goleta Julia un profesor de esgrima, M. Lemaire, con el exclusivo objeto de enseñar el manejo de las armas a don Rosendo. Y, en efecto, pronto se vió a éste acompañado de un joven delgadito y rubio, de traza extranjera. La impresión fué honda.

Su cólera fué la del caballo de labor que rompe los tirantes de la máquina de trabajo, eriza su pelaje con relinchos de locura y muerde. El padre se indignó ante su determinación... ¡Un escándalo más! Julio había dedicado la mejor parte de su existencia al manejo de las armas. Lo matará decía el senador . Estoy seguro de que lo matará.

Por eso sigo ejercitándome en el manejo de las armas y no quiero pensar siquiera en que algún día he de perder el vigor de la juventud. Una vez al año interrumpo la monotonía de mi sosegada vida. Entonces voy a Dresde, donde me espera mi amigo y compañero querido, Federico de Tarlein. El año pasado lo acompañaban su bonita mujer, Elga, y un precioso y robusto niño.

En casi todas las obras de Leiba se nota hábil invención, enlace artístico y aptitud para desenlazar el argumento, y, en casi todas, á la riqueza de los materiales corresponde el acierto en su manejo y elaboración. Los escritos de este poeta merecían, sin duda, un examen más detenido, si no lo impidiese el plan que nos trazamos desde el principio.

Tupac-Amaru, aunque en sus edictos proscribia todo europeo, perdonaba á cuantos se le presentaban, si conocia podia sacar algun partido de su habilidad ú oficio, y particularmente lograban un seguro salvo-conducto los que tenian algun conocimiento del manejo de las armas y profesion militar.

Como el infeliz Pirovani siguió diciendo me confió el manejo de su fortuna, y esta casa pertenece á su heredera, yo, en uso de mis facultades, le digo, señora marquesa, que puede usted seguir aquí todo el tiempo que juzgue oportuno, como si fuese de su propiedad, y sin pagar por ella un solo centavo. ¡Qué no haré yo por usted!... Ella le miraba fijamente con ojos interrogantes.

Pero aquí me traen mi armadura y el ponérmela es ya para tarea larga y difícil. Entretanto se notaba gran movimiento á bordo, los arqueros y hombres de armas formaban en grupos sobre cubierta, examinando aquéllos sus arcos y atendiendo á los consejos que les daban el sargento Simón y otros veteranos, expertos en el manejo de la temible arma.

Palabra del Dia

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