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De esa gloria que has soñado no pueden salir héroes, sino charlatanes y bandoleros. La gloria consiste en cumplir el deber. Pues yo cumplo mi deber tratando de emancipar á mis hermanos de una odiosa tiranía, diciéndoles y probándoles que son libres, iguales ante Dios y ante la ley. El primero de los deberes es obedecer lo que la ley te mande. ¿Ciegamente? Ciegamente.

Por tanto, pido y suplico á vuestra señoría no sea admitido ni recibido al dicho oficio de secutor, y que vuestra señoría mande dar y por ninguno el dicho nombramiento, é no haber lugar de se hacer el nombramiento é en todo haga se provea lo que más convenga á su servicio, por lo cual etc. etc.

Su excelencia me da muchas todos los días, señora contestó respetuosamente Santos. Una orden de... prisión. Efectivamente, señora: su excelencia me ha dado orden de que mande en su nombre á un alcalde de casa y corte, que prenda á... ¿Don Francisco de Quevedo? , señora. Don Francisco es caballero del hábito de Santiago y no puede ir á la cárcel dijo doña Catalina. Se le prenderá en su casa.

Al anochecer llegaron 4 indios, 2 del Colorado y 2 del paraje donde est el Cacique Negro, los que me trajeron de parte de este un costillar de vaca de regalo, y dijeron que luego que ellos regresasen á sus toldos, quería venir aquí dicho cacique: les mandè dar de comer y aguardiente: se atò el ganado vacuno, y se encerraron los caballos.

23 mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mandare, para que os vaya bien. 25 desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié a todos los profetas mis siervos, cada día madrugando y enviándolos;

En cambio tiene usted la gratitud y el amor de muchos. ¿Abatirme? ¡Eso no! replicó en un arranque de energía. ¡Eso no! Nadie me verá rendido. Al contrario: altivo, con soberbia dignidad. Por eso no me quieren. Tomé la pluma, y burla burlando le puse de oro y azul. Mandé a «El Montañés» tres comunicados de chupa y daca. Hijo: mi hombre vio lumbre, y gritó, pateó, rabió.

¡Señor, que ya se le ve! dijo de allí a un rato el edecán. Cierto, ¡ya se le ve! ¿Y qué hacemos, mi general? añadió el edecán. Mire usted contestó el general, como hombre resuelto, mande usted que le tiren un cañonazo, veremos cómo lo toma. ¿Un cañonazo, mi general? dijo el edecán. Están muy lejos aún. No importa, un cañonazo he dicho repuso el general.

Con este aviso mandé acercar á nuestro campo nuestras caballadas, y despaché dos partidas á reconocer el terreno, quedando yo con la tropa sobre las armas toda la noche: pero habiendo amanecido y disipada la novedad, di órden de marchar. Dia 21.

-No hará tal -replicó don Quijote-: basta que yo se lo mande para que me tenga respeto; y con que él me lo jure por la ley de caballería que ha recebido, le dejaré ir libre y aseguraré la paga. -Mire vuestra merced, señor, lo que dice -dijo el muchacho-, que este mi amo no es caballero ni ha recebido orden de caballería alguna; que es Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar.

En resolución, yo le hice desatar, y tomé juramento al villano de que le llevaría consigo y le pagaría un real sobre otro, y aun sahumados. ¿No es verdad todo esto, hijo Andrés? ¿No notaste con cuánto imperio se lo mandé, y con cuánta humildad prometió de hacer todo cuanto yo le impuse, y notifiqué y quise?