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Actualizado: 19 de octubre de 2025


El racimo humano se detenía á veces mientras sus conductores bebían, y despues proseguía su camino con la boca seca, el cerebro oscuro y el corazon lleno de maldiciones. La sed era lo de menos para aquellos desgraciados. ¡Adelante, hijos de p ! gritaba el soldado, vigorizado de nuevo, lanzando el insulto comun en la clase baja de los filipinos.

»Mas, como pocas veces, o nunca, viene el bien puro y sencillo, sin ser acompañado o seguido de algún mal que le turbe o sobresalte, quiso nuestra ventura, o quizá las maldiciones que el moro a su hija había echado, que siempre se han de temer de cualquier padre que sean; quiso, digo, que estando ya engolfados y siendo ya casi pasadas tres horas de la noche, yendo con la vela tendida de alto baja, frenillados los remos, porque el próspero viento nos quitaba del trabajo de haberlos menester, con la luz de la luna, que claramente resplandecía, vimos cerca de nosotros un bajel redondo, que, con todas las velas tendidas, llevando un poco a orza el timón, delante de nosotros atravesaba; y esto tan cerca, que nos fue forzoso amainar por no embestirle, y ellos, asimesmo, hicieron fuerza de timón para darnos lugar que pasásemos.

Los padres mercedarios, en competencia con lo que la víspera hacían los agustinianos, sacaban el Viernes Santo en procesión unas andas con el sepulcro de Cristo, y tras ellas y rodeada por multitud de beatas, iba una mujer desgreñada, dando alaridos, echando maldiciones a Judas, a Caifás, a Pilatos y a todos los sayones; y lo gracioso es que, sin que se escandalizase alma viviente, lanzaba a los judíos apóstrofes tan subidos de punto como el llamarlos hijos de... la mala palabra.

Voy á contar como vino el fiero sayón á ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.

Maldiciones le eché cuando vi tan gran disimulación que no pensé acabar.

No le presentaba una nota de embarque que no prorrumpiese en maldiciones contra la decadencia de los vinos de Jerez. no has alcanzado la buena época, Ferminillo continuó; por esto tomas las cosas con tanta pachorra.

Elevaba los brazos, profiriendo súplicas, voces de mando y maldiciones, todo mezclado. Las mestizas anexas al boliche, que completaban la venta del alcohol con el ofrecimiento de sus gracias, salieron también, asustadas y dando gritos, para huir hacia los extremos de la calle.

Los alrededores del depósito estaban ocupados por grupos de hombres con blusas blancas, de mujeres con los brazos arremangados, que acababan de salir de los lavaderos. Todos comentaban la catástrofe con gritos de cólera y maldiciones. Las mujeres eran las más audaces y ruidosas. Miraban hacia Madrid levantando los brazos con expresión amenazadora.

Y lo más censurable era que, al encararse con sus tozudos animales, azuzándoles con blasfemias mejor que con latigazos, los chiquillos del barrio acudían para escucharle con perversa atención, regodeándose ante la fecundidad inagotable del maestro. Los vecinos, molestados a todas horas por aquella interminable sarta de maldiciones, no sabían cómo librarse de ellas.

El Condestable finge estar desesperado por la desdicha ocurrida á su esposa, y prorrumpe en maldiciones contra la pared, que con su caída se la ha arrebatado. Roberto se precipita, lamentándose, á abrazar el cadáver de su hija; pero el Rey, que ha adivinado la verdad del suceso, calla por prudencia, pero forma la resolución de vengar á la muerta cuando se presente ocasión propicia.

Palabra del Dia

mármor

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