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Actualizado: 19 de julio de 2025
Le sujetaron como a un loco, sordos a sus súplicas, indiferentes a sus maldiciones. La barca, abandonada de todo auxilio, corría a la muerte dando tumbos sobre las olas.
Creo, Luis, que si no tuviese á mi mujer y mi hija, aquí me quedaría para siempre. Esta es la verdadera vida. La de fuera ya sabes lo que es: penas y maldiciones. Aresti le escuchaba silencioso, mirándolo fijamente, sin pestañear, como en presencia de un enfermo; de «un caso interesante». ¿Y qué es eso que llevas ahí? dijo de pronto, agarrando el libro que su primo conservaba cerrado en una mano.
Somos amigos.» La recomendación de Maltrana fue inútil, pues la princesa no gritó ni se aproximó a la puerta. Cada golpazo del cow-boy viejo conmovía toda la fila de camarotes. Sonó un estallido de gritos y maldiciones de gentes súbitamente despertadas. Vibró furiosamente a lo lejos el sonido de un timbre. Era el hombre misterioso que pedía auxilio.
¡Calla, mujer, que tus maldiciones ya se cumplen! El Caballero se incorpora en el lecho de algas, y la viuda y los cuatro niños tiemblan al reconocerle. En la oscuridad de la cueva apenas se distingue la sombra del viejo linajudo, y su voz tiene una resonancia oscura de caos y tinieblas como si saliese de la oquedad del roquedo.
No faltaba lo de las madres que durante la guerra mataban a sus pequeñuelos para no verlos esclavos de los triunfadores extranjeros, ni lo de la muerte en cruz de tantos mártires entonando himnos de libertad entre maldiciones al conquistador, y con todo esto, un sinnúmero de pormenores sobre el tipo y las costumbres de sus héroes, pormenores que yo hubiera querido sobre la tierra que habitaron, tal y como era en mis días.
Todo quanto bien he hecho ha sido un manantial de maldiciones para mí; y si me he visto exâltado al ápice de la grandeza, ha sido para despeñarme en la mas honda sima de la desventura. Si como tantos hubiera sido malo, seria, como ellos, dichoso.
Ferragut lo creyó por un instante, oyendo sus maldiciones napolitanas... Subieron los dos al vehículo más próximo, é inmediatamente cesó el tumulto. Los coches vacíos volvieron á ocupar su lugar en la fila y los rivales á muerte reanudaron su plácida y risueña conversación. Una pluma recta y enorme se balanceaba sobre la cabeza del caballo.
Nino lo manda cegar para hacerlo inofensivo, y mientras Semíramis es proclamada reina del mundo, profiere su primer esposo contra ella terribles maldiciones. El cielo las acompaña con tempestades y truenos, pero también Nino perece por obra del bello dragón, cuya mirada mata.
Todo va mal; diríase que le han alcanzado á Eugenio las maldiciones del suicida. Muy de mañana corre por la casa un mal humor terrible; N ha pasado malísima noche; M se ha levantado indispuesto, y todos son mas agrios que zumo de fruta verde.
Y... la culpa de todo la tenía la odiosa, la repugnante sotana...». Los últimos pensamientos del Magistral fueron maldiciones. Pero a pesar de todo durmió, rendido por tanta fatiga.
Palabra del Dia
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