Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de junio de 2025
Desaparecieron un día de Medina, alquilaron casa en la capital, cuyos gastos subvencionaba todos el majo á título de huésped ó protector. La hija enloquecida de amor, la madre de gratitud, no echaron de ver el peligro á que se exponían ni la desagradable impresión que este paso causó en el pueblo. En efecto, muy poco después Soledad sucumbió á las instancias de su adorador.
El viejo Cardenal aprobó con la cabeza las palabras del majo; pero la madre replicó con acento en que se traslucía aún la cólera: No creas que te entrego á mi hija de buena voluntad. Lo hago porque la conozco y sé que si la contrariase se enfermaría. Á mí no se me olvidan los desaires que la has hecho y si estuviese en su lugar puedes estar seguro de que no volverías ahora tan satisfecho á Cádiz.
Se le plantó delante y le dijo de manos á boca: ¿Conque ya no está Soledad contigo? Eso parece respondió el majo con su habitual desenfado. ¿Y por qué la has echado, niño? Eso está muy feo. Yo no la he echado. Se ha ido ella replicó con orgullosa modestia, seguro de no ser creído. ¡Vamos, hijo, no te diviertas!
Pues hazte cuenta que otro tanto me pasaba á mí repitió Velázquez con el mismo sosiego. Pues vámonos ya. Mira... Echaremos antes un cigarro, si te parece. Como quieras. Sacó el majo un cigarro puro y luego la navaja para picarlo. El fino cuchillo de Albacete brilló con resplandor siniestro á la luz de la luna. Antoñico se inmutó visiblemente. Toma dijo alargándole cortésmente el cigarro.
¿Te han dado suelta hoy?... ¿Hasta qué hora tienes permiso?... Dicen que ya no echas roncas como antes, que estás convertido en un palomo buchón... Pero el majo no se dió por ofendido; procuró echarlo á risa, le dijo algunas galanterías y se despidió al cabo de ella, diciendo para sí con alegría: ¡Lástima de niña! ¡Qué salada es! Si yo tuviese dos corazones, le daría uno.
La puerta exterior, que cerraba un zaguán largo y sucio á modo de túnel, solía permanecer abierta toda la noche. El majo se ocultó en la sombra y espió aquella puerta. Una duda le agitaba: si Antoñico habría llegado ya.
Viviremos en un sotabanco, solos y tan contentos». Entonces empieza a ver que las casas y el cielo se desvanecen, y Juan no está ya de capa sino con un gabán muy majo.
¡Anda, hijo, anda á la cama en seguida!... No pensé que te hacía daño también el vino... Ya no queda en Cádiz más hombre que yo... Prosiguió el majo su camino mientras el tío de Frasquito, retorciéndose de risa, intentaba en vano meter la llave en la cerradura de su casa. Así estuvo largo rato hasta que pasó el sereno y le dijo sonriendo: ¡Pero señó Rafael, si está usted engañado!
Con esos veinte pesos, o quince, o diez, o menos, que eso ganará, porque usted no peca de pródigo, no le alcanzará para comprarse un par de botines. Cuando más para sostener ese lujo de corbatas chillonas con las cuales anda tan majo, rondando la casa de la señorita Fernández.... Le oía yo desde la otra pieza, y sin embargo, me sonrojé.
Sabido es, por otra parte, que la guitarra es el instrumento popular de los españoles y que es común en América. En Buenos Aires, sobre todo, está todavía muy vivo el tipo popular español, el majo. Descúbresele en el compadrito de la ciudad y en el gaucho de la campaña. El jaleo español vive en el cielito; los dedos sirven de castañuelas.
Palabra del Dia
Otros Mirando