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Actualizado: 15 de junio de 2025
Aún acarició a su hijo el día que le vio entrar en el patio, escoltado por don Andrés, con el título de abogado. Le regaló su escopeta, una verdadera joya, admirada por todo el distrito, y un magnífico caballo.
El coro, unido al altar mayor, es magnífico: adornado con primorosos bajos relieves; debajo está la tumba de San Cárlos, que merece verse. Cerca de la catedral, á su izquierda, está el palacio imperial, donde habitó Napoleon: merece verse; encierra algunos buenos cuadros y hay una magnífica capilla, soberbios salones y objetos de arte.
Baltasar, desde los tiempos en que vivió asilado en San Francisco, se había entregado con pasión al culto de Baco, y es fama que labró sus mejores efigies en completo estado de embriaguez. Hace poco leí un magnífico artículo sobre Edgardo Poe y Alfredo de Musset, titulado El alcoholismo en literatura. Baltasar puede dar tema para otro escrito que titularíamos El alcoholismo en las bellas artes.
A la cabeza de la fila, dirigiendo las evoluciones de la danza y acompañándola con patadas y gritos, destacábase un joven altísimo y enjuto de carnes, con nariz aguileña, fino bigote y ojos ardientes. Se cubría con un caftán sucio y magnífico de seda roja bordada de oro. Estos bordados habían tomado con los años un empañamiento verdoso.
¡Es magnífico! contestó el marqués, después de un minuto de examen. ¡Vamos, tanto mejor!
Con lo restante, como era económica y arreglada, tenía lo suficiente para vestirse, comprar algunos libros nuevos y hacer limosnas. El único lujo, el único regalo de doña Luz, era un magnífico caballo negro, en el cual solía ella salir a paseo con D. Acisclo o con un criado llamado Tomás, que había envejecido en el servicio de su padre. Don Acisclo estaba viudo hacía muchísimo tiempo.
Gracias, muchas gracias, señor, porque habéis venido dijo la joven sacando un magnífico brazo de debajo de las ropas y estrechando una mano del duque . Tengo que hablaros gravemente. Manuel, amigo mío; hacedme el favor del dejarme sola con su excelencia. El bufón se levantó y salió en silencio, pero no sin haber dicho antes con una profunda mirada al duque: Os mando hacer todo lo que ella quiera.
Sí, me atrevo. »Desde arriba, Alejo devoraba con sus ojos una gran cabellera negra, espléndida, profusa; un río de cabellos, como diría mi amigo el ilustre Cantarranas. De la nariz y barba sólo asomaba la punta. Pero lo que se podía contemplar entero, magnífico, eran los hombros, admirable muestra de escultura humana, que la tela no podía disimular.
Miró el sabio a su padre con el gesto de más altivo desdén, y le dijo: ¡Qué han de conocer esos mentecatos, ni a título de qué? Lo conocerán mañana cuando el periódico circule y no les quepa la vanidad en el cuerpo al ver el magnífico resultado de mi aparición en El Fénix.
En suma, Emilia había tomado un magnífico sitio en el anfiteatro de la vida, donde tantos están en pie o pésimamente sentados. Su marido era sencillo, bueno, cariñoso, sin más defecto que el querer hacer las cosas demasiado bien y pronto, por lo que siempre estaba en riña con sus oficiales.
Palabra del Dia
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