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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Por eso, desde que correr, tengo buen plumaje y estoy bien alimentado, experimento la alegría del vivir. Sin embargo, una cosa teníame algo intranquilo y era esa célebre conclusión de la veda, de que nuestras madres hablan en voz baja unas con otras.

Por fin consiguió que su hija le siguiese, y aquella noche no la permitió volver al colegio. «Aquí no hay más madres que yo» dijo don Luis y desde entonces se consagró al cuidado y educación de su hija, sin perder por eso su desmedida afición a la cosa pública.

Nadie podía entrar en él que no perteneciese á su tripulación. Las familias de los marineros esperaban á éstos en el muelle, y Caragòl tuvo ocasión de conocer á muchas bretonas, madres, hermanas ó prometidas de sus nuevos amigos.

El día antes de salir de Southampton, Marenval había recibido aquellas fotografías destinadas á Jacobo y que representaban una promesa de perdón. ¡Qué cambiadas están! dijo Jacobo después de un largo silencio. Y sin embargo, en ese momento empezaban á esperar... ¿Cómo hacerlas olvidar lo que han sufrido por ? ¡Oh! Muy fácilmente. En las madres y en las hermanas hay tesoros de indulgencia.

Mostráronse los hijos humildes y obedientes; lloraron las madres; recibieron la bendición de todos; pusiéronse en camino con mulas propias y con dos criados de casa, amén del ayo, que se había dejado crecer la barba, por que diese autoridad a su cargo.

Los viernes, al salir de la escuela, oían invariablemente todos ellos el mismo discurso: Señores míos: mañana es sábado; recuérdenlo ustedes á sus señoras madres y háganlas saber que el que mañana no traiga los dos cuartos no entrará en la escuela.

No se sabe de qué secretas e incomprensibles angustias están formados los recuerdos de niño cubiertos con un velo de crespón... He esperado durante años el día glorioso y seductor en que la abuela, como las madres de mis amigas, llevase por fin un sombrero con un ramo de flores... Ese día no ha llegado jamás...

Algunas madres, , buscaban a sus hijas, y algunos maridos a sus mujeres, pero ni una sola hija buscaba a su madre, ni una sola mujer a su marido. Acaso decían, se habrán quedado dormidas entre la confusión en alguna pieza... Es posible decía yo para , pero no es probable. Una máscara vino disparada hacia . ¿Eres ? me preguntó misteriosamente. Yo soy le respondí seguro de no mentir.

La verdad es que todo esto, doña Nieves y las placeras sus amigas, las mujeres de equívoca decencia que iban allí acompañadas de madres postizas, el mozo y sus familiaridades, el pianista y sus habaneras, aburrían a Juan Pablo soberanamente. Para colmo de hastío, Feijoo no era puntual y faltaba muchas noches.

Las madres regañaban a los chicos porque sonaban sus pitos y sus panderetas, como temerosas de que a la hora precisa unos y otras se les quedaran mudos. Ofrecí mi brazo a la anciana. No, me contestó ¡voy mejor sola! Dáselo a la señorita.... Angelina no le rehusó, pero comprendí que le aceptaba por compromiso.

Palabra del Dia

aquietaron

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