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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Luego, la nieve se extiende sobre las alturas, y, con frecuencia, la niebla que sube por la pendiente del monte, deja tras un triple fenómeno de tristeza; en lo más alto ha teñido de blanco el obscuro bosque; más abajo, un color gris de agua y de nieve, y en las gargantas de la sierra lluvia fría y abundante.

Pues bien, yo no soy hombre que le tenga miedo a la lluvia dijo el herrador . Hará mal efecto cuando el juez Malam sepa que se nos ha hecho una denuncia a gentes honorables como nosotros, y que no hicimos nada para atenderla. Pero, con gran espanto del herrador, la proposición que él hiciera de ser suplente de constable levantó una objeción de parte del señor Macey.

El bien, el mal, la vida, el poder, las pasiones, todo lo que veo en los demas ha sido para mi como la lluvia sobre la arida arena.

Poco después volvía con las linternas, y el duque y el alcalde examinaban el patinillo. No queda rastro de sangre dijo el duque ; la lluvia la ha lavado. Pero queda la mancha en la alfombra de la habitación, donde sin culpa mía, y sin poderlo yo evitar, ese hombre fué herido, y los rastros en los lugares por donde ha pasado hasta aquí.

El viento y la lluvia continúan. Necesítanse cinco o seis minutos para llegar al terrado que da a la calle. Bettina se lanza valientemente adelante, con la cabeza baja, oculta debajo de su inmenso paraguas.

Una antigua oración de los indios dice: «Lamiendo los montes es como ha formado los campos la roca celestial, es decir, la lluvia del cieloAnte nuestros propios ojos continúa el trabajo de denudación de las rocas con asombrosa actividad. Hay montañas compuestas de materiales poco coherentes que vemos fundirse y disolverse, digámoslo así.

Siguieron los tres adelante, atravesaron algunas habitaciones, y al fin doña Ana se detuvo en un patinillo lóbrego. Llovía con abundancia, y empapado por la lluvia, estaba en el centro del patinillo el cadáver del sargento mayor. Doña Ana le señaló con terror. ¿Veníais en busca de ese cadáver? dijo el duque. ; , señor contestó el alcalde.

Malas, muy malas, respondió el hombre rico, son ácidas como el vinagre. Entonces dijo el extranjero, Ya lo comprendo. Vd. ha dado a la viña nieve, lluvia, sol, calor y frío, pero ha 50 olvidado el viento. Cerca de un bosque hermoso vivían tres osos. Estos osos eran muy buenos y amables. Habían construido una 5 casa cómoda solamente con una puerta y una ventana.

25 ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, 28 ¿Por ventura la lluvia tiene padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío? 29 ¿Del vientre de quién salió el hielo? Y la helada del cielo, ¿quién la engendró? 30 Las aguas se endurecen a manera de piedra, y se congela la faz del abismo.

Estos eran mis ensueños hallándome en el pequeño malecón de Etretat durante el sombrío verano de 1860, mientras la lluvia caía á torrentes y chirriaba el duro cabrestante, y la cuerda gemía y subía lentamente la nave. La del siglo también se arrastra y sube con pena. Hay lentitud, cansancio, como en 1730. Bueno fuera empujarla y empuñar el barrote.

Palabra del Dia

crocus

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