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Actualizado: 4 de junio de 2025


Pero no pudo seguir, y se echó á llorar. Váyase usted.... Usted es muy bueno y me dejará sola. Si vienen ahora, ¿qué van á decir? No vendrán: tranquilízate dijo Bozmediano algo contrariado por aquel recibimiento. Somos ya verdaderamente amigos. Hoy vengo á hablarte, á verte. Ya sabes que me he declarado tu protector.

La verdad es que la noche está hermosa.... Parece de Agosto. Cuando contemplo el cielo, de innumerables luces rodeado y miro hacia el suelo... perdóname, hija mía, sin querer me vuelvo a mis versos.... ¿Y qué? mejor, Quintanar: eso es muy hermoso. La Noche Serena ya lo creo. Hace llorar dulcemente. Cuando yo era niña y empezaba a leer versos, mi autor predilecto era ese.

Su exaltación al proferir estas palabras era inmensa. Enrojeciósele el rostro y sus ojos se inyectaron mientras con las manos crispadas palpaba la cabeza del niño. De tal modo que éste, asustado, se echó a llorar. D. Pantaleón recobró instantáneamente la calma y, abrazándole y besándole, le bajó acto continuo a su casa. Pero no sosegó desde entonces.

Contemplando á Perla, dejaba con frecuencia Ester caer la costura en el regazo, y rompía á llorar con una aflicción que hubiera deseado ocultar, y que se manifestaba con sollozos y palabras entrecortadas exclamando: "¡Oh Padre que estás en los cielos! si es que eres aun mi Padre, ¿qué criatura es esta que he traído al mundo?"

Vió que todas las apariencias estaban en contra suya, y se echó á llorar. Ha sido un asesinato meditado, llevado á cabo con una frialdad horrible dijo el bufón : á un asesino tal, se le ahorca... ¡Que me ahorcarán!... ¡Dios mío! ¡y no hay remedio!

¡Mamá, qué colorada estás! le dice Venturita, su hija menor, pugnando para no reir. La madre la mira con expresión de angustia. Calla, Ventura, calla. dice Cecilia. Doña Paula, animada con estas palabras, murmura: Esta chiquilla no goza sino en avergonzarme. Y estuvo a punto de enternecerse y llorar.

Don Álvaro estaba elocuente; no pedía nada, ni siquiera una respuesta; es más, lloraba, sin llorar por supuesto, «de pura gratitud, sólo porque le oían». «¡Había callado tanto tiempo! ¿Que había mil preocupaciones, millones de obstáculos que se oponían a su felicidad?

Así fue contestó . Y todavía me dan ganas de llorar cuando me acuerdo de Don Dionisio Alcalá Galiano, el más valiente brigadier de la armada.

Este lado de su constitución moral era menos conocido por la especie de celoso pudor que ponía en ocultar sus debilidades. Sin embargo, le habían visto llorar. Frío y duro con sus semejantes, quería a los animales con cariño humano.

Inútil fue su empeño: a los diez o doce pasos rindióla la fatiga, y el haz de leña, superior a sus fuerzas, cayó de nuevo en tierra: la mujer se echó a llorar.

Palabra del Dia

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