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Había maniobrado hábilmente para llevarse al hijo de Cuadros hacia aquel balcón, donde estaba la niña como en su casa, lejos de miradas indiscretas y oídos curiosos.

Si los encontraba muy de frente, Gonzalo solía llevarse la mano al sombrero; si no, pasaba de largo como si no los viese, a pesar del conocimiento, ya que no amistad íntima, que su tío mantenía con el señor Belinchón. La vida exclusiva de café, el ningún trato con las mujeres, habían hecho de Gonzalo un joven apocado y vergonzoso.

Los pigmeos la habían dejado vacía después de llevarse las seis columnas de hierba prensada, obscura y picante que contenía su interior, tan altas como sus cuerpos. Esta caja iba á ser el féretro de la dulce Popito. Empezaba á ponerse el sol, cuando Gillespie pasó á la popa con la cajita en su diestra.

Muy afligida Emilia al ver la resolución de Isidora de llevarse a su hijo, no se atrevió a poner resistencia; pero Juan José, hablando con firmeza y tesón, dijo que no entregaría a Joaquinito, porque Isidora, con su mala conducta, perdía los derechos de madre, y que él estaba decidido a llevar la cuestión a los Tribunales, seguro de que el juez le autorizaría para retener al desgraciado niño en su poder.

Por aquellos días, la antevíspera de la Nochebuena, se presentó aquí un oficial con una partida de tropa, con el objeto de llevarse a sus reclutas. El pueblo se conmovió, temiendo que fueran a diezmarse las familias, los jóvenes se ocultaron y las mujeres lloraban.

Ahora empieza á llevarse corta y con mucho vuelo. Desnoyers tuvo que ocuparse del vestido con tanto apasionamiento como de ella, mezclando las apreciaciones sobre la reciente moda y los elogios á la belleza de Margarita. ¿Has pensado mucho en ? continuó . ¿No me has engañado una sola vez? ¿Ni una siquiera?... Di la verdad: mira que yo conozco bien cuando mientes.

Los náufragos, que oían las voces de los que se acercaban y hasta el batir de los remos en el agua, llevaron a tierra la chalupa y la cubrieron con un montón de ramas y de hojas, para no perderla y verse privados de los víveres y mantas que no podían llevarse consigo.

Casi todo el vecindario estaba en la plaza, a pesar de la lluvia cada vez más fuerte. Muchos miraban al negro espacio con expresión burlona. ¡Qué chasco iba a llevarse! Hacía bien en aprovechar la ocasión soltando tanto agua; ya cesaría de chorrear tan pronto como saliese San Bernardo. La procesión comenzaba a extender su doble cadena de llamas entre el apretado gentío.

Las walkyrias de la Sanidad habían desaparecido igualmente. El barbudo era de los que se habían quedado, y al ver de lejos á don Marcelo sonrió, desapareciendo inmediatamente. A los pocos momentos reaparecía con las manos llenas. Nunca su presente había sido tan generoso. Presintió el viejo una gran exigencia, pero al llevarse la mano al bolsillo, el sanitario le contuvo: Nein... Nein.

No había ganado nada a su servicio, ni rentas del Estado, ni libreta en la Caja de ahorros, y no quería nada para . Tenía diez años más que la señora Chermidy, y esto, así como su obesidad enfermiza, le daba la seguridad de morir antes que ella y, desde luego, en su casa; no se despide a un servidor que pueda llevarse nuestros secretos.