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Actualizado: 28 de julio de 2025


A las 7 leguas llegamos á su orilla, que nos pareció tener de ancho 60 varas, y ser de bastante profundidad: su corriente era suave y su agua limpia, aunque un poco salada. Este rio entra en el Paraná por el Rincon de Savato, á distancia de 18 leguas. Este parage está en la jurisdiccion de la ciudad de Santa , que dista 40 leguas.

Nosotros nos metimos en un coche, salimos a la tardecica, una hora antes de anochecer, y llegamos a la media noche, poco más, a la siempre maldita venta de Viveros. El ventero era morisco y ladrón, que en mi vida vi perro y gato juntos con la paz que aquel día.

A las tres de la mañana caminamos, y á las once llegamos al Rio de las Flores, donde se hallaba acampado el Sargento Mayor D. Bernardo Lalinde: anduvimos 10 leguas por el rumbo del E cuarto SE: observamos en la latitud S de 35 grados 20 minutos.

Habiendo caminado de mañana distancia de cinco leguas, llegamos á pasar un gran arroyo de mucha barranca y profunda: y siguiendo el mismo rumbo del E, llegamos á las doce del dia á un arroyo pequeño, donde paramos para que comiese la gente de lo que se habia cazado, y descansase la caballada un poco.

Aquí se volvieron á pasar los 22 arroyos y los grandes bañados, y habiendo salido de ellos, llegamos á las seis de la tarde al arroyo de San Pedro de Alcantara, adonde se hizo noche, este dia se cazaron algunas liebres y venados, que nos sirvieron de sustento. Dia 1.º de Noviembre.

430 La desgracia nos seguía: llegamos en mal momento; estaban de parlamento tratando de una invasión y el indio en tal ocasión recela hasta de su aliento. 431 Se armó un tremendo alboroto cuando nos vieron llegar; no podiamos aplacar tan peligroso hervidero; nos tomaron por bomberos y nos quisieron lanciar.

Vinieron á tiempo que no fueron menester. Primero de marzo, al hacer del alba, hicimos vela para los Gelves con muy buen tiempo, donde llegamos aquella misma noche, y reforzó tanto el viento, que fué muy gran ventura no perderse muchas naves al tornar de los Secos.

Pues bueno: llegamos sin que nos viera nadie, guardó Catana el contrabando de la ropa mojada, y yo me fui corriendito hacia mi gabinete; pero al entrar en la sala, ¡zas! salía él del suyo, y me pescó.

Ahora apóyese V. bien en y vamos a ver si hallamos un coche. ¿Pero dónde me lleva V.? A ningún sitio malo ¿tiene V. miedo? ¡Ah! no: el corazón me dice que es V. una persona caritativa. Vamos andando... a ver si llegamos pronto a casa para que V. se seque y tome algo caliente. Dios se lo pagará a V. caballero... la Virgen se lo pagará... Creí que iba a morirme en ese sitio.

Llegamos al Prado, y en entrando, saqué el pie del estribo y puse el talón por defuera y empecé a pasear. Llevaba la capa echada sobre el hombro y el sombrero en la mano. Mirábanme todos; cuál decía: «Este yo le he visto a pie»; otro: «Hola, lindo va el buscón». Yo hacía como que no oía nada, y paseaba. Llegáronse a un coche de damas los dos, y pidiéronme que picardease un rato.

Palabra del Dia

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