Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 28 de julio de 2025
"En fin, aquella noche llegamos a la ribera, de la cual no salimos hasta otro día por la mañana, que la vimos coronada de infinito número de gente, que a ver la presa de los helados y yertos habían venido.
31 Y partimos del río de Ahava el doce del mes primero, para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, el cual nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino. 32 Y llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días. 34 por cuenta y por peso todo; y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo.
¡Todo el día en coche! ¡Qué horror! No; se hace una parada para almorzar y... sestear en la posta del «Paso»... ¿Qué te parece, Ricardo, una siesta en pleno campo? ¿El qué?... ¡El qué!... ¿Estás dormido? Estaba distraído. Bueno, ya llegamos; ahora en el tren te repetiré el caso.
Tenía un aspecto tan radiante, su dulce fisonomía respiraba tal contento, que todavía me río al recordarlo, y su júbilo es para mi uno de los mejores recuerdos de aquel tiempo. No caminaba: volaba, y llegamos en un soplo a la iglesia. Acabábase de colocar el púlpito, y el cura, en éxtasis ante él, me dijo en baja voz: ¡Mira Reinita, mira! ¿No es una feliz ocurrencia? Al fin poseemos un púlpito.
Nuestra gran contrariedad consistía en que nos separaba de él una masa enorme de gente que nunca acababa de salir; así es que, cuando llegamos abajo, en vano mirábamos a todos lados. D. Paco no estaba. Hacíamos preguntas a todos, pero nadie nos daba razón satisfactoria. Quién decía; «le han llevado adentro»; quién «le han llevado afuera».
Dejando aquesta costa á izquierda mano, Despues de veinte y cinco dias pasados De nuestro navegar por el Oceano, De vanas esperanzas confiados, A la Gomera un dia muy temprano Llegamos, los peligros olvidados: Que pasado el peligro, olvida luego El marchante el voto, prece y ruego.
Mis deseos se frustraron en parte: llegamos á Santa Cruz á las ocho de la noche, y habiendo dicho el capitan que solo nos detendríamos el tiempo necesario para dejar y recojer la correspondencia, ningun viajero saltó á tierra.
Un día nos dijo que sí, que estaba dispuesto a decir dónde estaba el tesoro. Llamó a Ryp y quedamos de acuerdo en ir todos a la orilla del río, escoltados por diez moros armados. Llegamos a la arruinada fortaleza, y Allen exigió que le dejaran solo.
De aquí a un instante te convencerás de ello, pues ya llegamos. En efecto, entrábamos a una gran calle de olmos que conducía al castillo. Mi prima nos aguardaba sobre la escalinata. Me recibió en sus brazos con la majestuosidad de una reina que otorga una gracia a un súbdito. ¡Dios mío, qué hermosa sois! le dije, contemplándola con sorpresa.
Hallamos en esta tierra otro pueblo de casi 3,000 indios llamados Querandíes, con sus mugeres é hijos que andan como los Charrúas: nos trajeron carne y pescado. Estos Querandíes no tienen morada fija; vagan por la tierra como gitanos. Pero los indios los maltrataron y volvieron al real con tres heridos. Pero cuando llegamos ya tenian 4,000 indios de sus amigos y familiares, de socorro.
Palabra del Dia
Otros Mirando