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Actualizado: 26 de junio de 2025


Se ha criado sola, en un solo cabo: con un padre que es más blando que una paloma, a pesar de tener la corteza algo dura, como buen catalán y marinero. Pero Momo no puede sufrir a Marisalada desde que dio en llamarle romo a causa de serlo.

Yo de Cebolla, en tierra de Talavera... y dime una cosa: ¿por qué esta gorrinaza de Pedrilla te llama a ti Jai? ¿Cuál es tu nombre en tu religión y en tu tierra cochina, con perdón? Llamarle mi Jai porque ser morito él dijo la trágica remedando su habla.

El Padre de los Maestros acababa de llamarle para saber si tenía siempre lista la máquina que había servido para dar inyecciones soporíferas al Hombre-Montaña la noche que llegó al país.

Simón bueno y sano, que apenas puesto el pie en tierra volvía á las andadas. Iban á precipitarse en su busca, á llamarle á gritos, cuando oyeron otra voz que partía de la ventana. ¿Qué ocurre, Simón? decía. Si me necesitas, no pido cosa mejor que empuñar la espada y desentumecer un poco el brazo, metiendo en cintura al primero que se desmande y nos busque pendencia, aunque sea en tierra propia.

Hablaba en voz baja y en tono algo cavernoso, lo que no dejaba de estar en armonía con la amarillez de su semblante y con los cabellos largos que entrambos lados de la cabeza le caían. Era además tan lúgubre en su carácter y en sus costumbres, que no faltaba razón á los que habían dado en llamarle sepulturero.

Ahora tendrás ya deseos de irte a la cama, ¿verdad?... Vaya, pues a la cama, hijo mío, a la cama..... No quiero retenerte más..... a la cama, a la cama..... Sin embargo, seguía reteniéndole entre las rodillas. Al fin Miguel, forzándolas un poco, logró salir de ellas, y se dirigió a la puerta. Cuando ya estaba cerca, volvió a llamarle su padre.

La duquesa de Bara habíale encontrado gran parecido, vestido de mandarín, con un retrato publicado en La Ilustración, de Pan-Hoei-Pan, célebre literata china, y Pan-Hoei-Pan comenzó a llamarle desde entonces la inmensa falange de sus sobrinos legítimos y espurios.

En efecto, D. Fadrique entró en la iglesia y se puso á buscar al poeta, á la sombra de los pilares y en los sitios donde menos se nota la presencia de alguien. Pronto le halló, detrás de un pilar y no lejos del altar mayor. Parecía D. Carlos tan embebido en sus oraciones ó en sus pensamientos, que nada del mundo exterior, salvo Clara, podía distraerle ni llamarle la atención.

Estuvo por allá toda la tarde, y vino muy de noche ya. Mientras tanto, la señorita había tenido dos ataques; ella la había asistido, porque no quiso que se llamase al médico. El sacerdote se encerró en su habitación. La señorita me mandó llamarle, pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque.

Don Paco pasó varias veces aquel día por la puerta de la casa de Juanita, pero no se atrevió a entrar en ella antes de la hora convenida. Aunque Juanita le vio no quiso llamarle ni hablarle, tal vez por temor de revelar involuntariamente cosas que quería tener calladas. Hasta las cuatro de la tarde estuvo sin salir de casa, cosiendo con la mayor tranquilidad.

Palabra del Dia

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