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Actualizado: 26 de julio de 2025
Y entonces, ¿por qué hemos de llamarle five o'clocks a los bocadillos?» De cada mil gallegos puede decirse que han estado en Buenos Aires lo menos novecientos. En cambio, apenas si dos o tres se habrán atrevido a llegar hasta Madrid.
Está bien, mi general. Cuando el comandante Ramírez, después de hacer su saludo, salía por la puerta del despacho, el brigadier volvió a llamarle. Oiga usted, Ramírez, ¿cómo le he dicho que trajese a los presos? Amarrados codo con codo, mi general. Perfectamente. Vaya usted con Dios.
Aquella joven ¿no consideraba que estaba casi desnuda?». Sí, ya sé. Descuide usted, señor. En cuanto ladre don Tomás iré a llamarle. ¿No hay más? añadió la rubia azafranada, con ojos provocativos. Nada más. Y acuéstate, que estás muy a la ligera y hace mucho frío. Ella fingió un rubor que estaba muy lejos de su ánimo y volvió la espalda no muy cubierta.
Le costaban un caudal; pero lo daba por bien empleado, porque los periódicos donde tenía amigos comenzaban a llamarle «el inspirado poeta, nuestro particular amigo D. Andrés Heredia.» Por desgracia, su madre se murió antes de verle en el pináculo de la gloria: murió rápidamente de una tisis pulmonar.
A Juanito le ataca un golpe de tos tan violenta que provoca la impaciencia de algunos espectadores. ¡Fuera ese! ¡fuera el tísico! grita una voz. ¿Tísico? ¿Llamarle tísico delante de la Paulita? Juanito quiere ver al deslenguado y hacerle tragar la tísis. Y viendo que las mujeres se interponían, se envalentonó más y le crecieron los ánimos.
Quién sabe si no habrá comido hoy su familia; si alguna desgracia... iba a llamarle, pero me previno Pepe, diciendo: ¡Mal hecho! Tengo que ir esta noche sin falta a casa de la señora de W * y estoy sin traje: he dado palabra de no faltar a una persona respetable. Tengo que buscar además un dominó para una prima mía, a quien he prometido acompañar...
Así como, si a Sagasta o a Cánovas, caídos los llamase la Reina al amanecer, poco más para formar Ministerio, a ellos no se les ocurriría preguntarle por qué tanto madrugar, sino formar ministerio cuanto antes: así, D. Basilio, de quien hacía meses que su doña Emma estaba olvidada, se abstuvo de inquirir por qué tal apuro en llamarle, y entró de lleno en el fondo de la cuestión desde el primer momento.
El cabildo y ciudad le han recibido, Comienzan á llamarle Señoria; Es mozo que veinte años no ha cumplido Y en seso mayor falta padecia. Désque se vé en su trono ya subido A todos hace agravio y demasia: Al tio yo le oí pronosticarlo, Y harto duro estuvo de nombrarlo.
No me llaméis señora dijo la Dorotea ; yo no soy señora, soy una comedianta; una mujer que ha nacido para vivir libre como los pájaros, cantando siempre de rama en rama... para estar alegre, para gozar... para tener un amante... un verdadero amante que la ame, y no la trate con esos insoportables miramientos con que vos me tratáis... que no se pase los días sin verla... que no la olvide por nada... que no se vea obligada á llamarle señor, más que de su alma... y esto dulcemente... en fin, que no la aburra, que no la entristezca, que no la fastidie.
Bueno, es una costumbre que hay de llamarle así.... Y mire usted que llevo un mes de porclamar en todos lados que no hay semejante marqués, que el gobierno le ha sacado el título para dárselo a otro más liberal, y que ese título de marqués quien se lo ha ofrecido es Carlos siete, para cuando venga la Inquisición y el diezmo, como usted me enseña....
Palabra del Dia
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