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Actualizado: 9 de julio de 2025


La mayor amabilidad de su cuñada con él era un modo de expresárselo; el silencio de D.ª Carolina, la humildad de su esposa para responder a una y a otra, lo mismo. Un sentimiento insoportable de vergüenza iba apoderándose de él. Carlota también lo padecía. D.ª Carolina y Presentación dejaron poco a poco de llamarla a cónclave para resolver los asuntos domésticos.

El rumor, la suposición, la calumnia, si era calumnia; la hablilla, en fin, si así queremos llamarla, se movió en efecto con rapidez portentosa.

Así pudo escribir con tanto acierto su obra, i llamarla un verdadero trasunto i retrato de muchas plantas medicinales, no conocidas, ni vistas por ninguno de los antiguos que en esta materia escribieron.

El asunto, expuesto sumariamente, es como sigue: Leonardo, hermano de Eufemia, se despide de ésta para buscar fortuna en el extranjero, y con este propósito se dirige á Valencia, en donde entra al servicio del príncipe Valiano. Tanto celebra al príncipe la belleza y la virtud singular de su hermana, que al fin se resuelve á llamarla á su lado y casarse con ella.

La señorita Guichard subió inmediatamente al coche, se fué á Courbevoie, vió á la niña, que se llamaba Herminia, la encontró á su gusto, dió quinientos francos á la nodriza y se fué colmada de bendiciones y llevando triunfalmente á su heredera. En su condición de mujer soltera, le pareció inconveniente el ser llamada mamá y enseñó á Herminia á llamarla "mi tía."

Voy á llamarla. ¡Perla! ¡Perla! Desde aquí la veo, observó el ministro. Allí está, en medio de la luz del sol, al otro lado del arroyuelo. ¿De modo que crees que la niña me amará?

D. Facundo dio un suspiro y dijo poniéndole la mano sobre el hombro. ¡Ay, Miguelito, sobre estas cosas y otras parecidas, hay mucho que hablar! Yo no diré que no esté mal lo que hace esa mujer; pero llamarla infame, no es tan justo como a primera vista parece.

Observando entonces que su tía le miraba, extendió la mano para llamarla, y le dijo: «Tía, pase usted... Aquí no hablamos en secreto. También usted será conmigo en la inmensa... en la inmensa y dolorosa propaganda... Por cierto que no me explico, que no cómo ustedes dejan entrar aquí a ese materialista...». ¡Don Francisco...!, hijo, ¿pues qué mal puede hacerte?

Palabra del Dia

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