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Javier tosió, y leyó las listas de los personajes de la tragedia, seguida de la retahila de tribunos, lictores, centuriones, patricios, pueblo, esclavos. Después relató la decoración, que era la plaza pública, sitio de confidencias, de citas, de discursos, de secretos, de escándalos, de juicios, de todo. Luego empezó el acto.

Con este motivo he averiguado que el soldado José Funes, que perdí en mi viage por tierra, no se ha incorporado en los barcos, y que fué desertor, segun se anota en las listas de revista. Nuestro Señor, &c. Al mismo, sobre la demarcacion. Exmo. Señor: Asumpcion, Mayo 12 de 1784.

No puede ver nada fuera de su sitio. La mesa ha de estar bien puesta, sin que falte nada. ¡Cuidadito! El dice que en las casas bien arregladas no dura mucho la tristeza; que en una mesa bien servida, aunque no haya en ella ricos manjares, ni perdices, ni lampreas, no falta la alegría. Ya verás, hay que andar listas. ¡Que lo diga señora Francisca!...

No todos los suscriptores de El Mensajero son como , piadosos y espirituales: en sus listas, numerosísimas hasta un punto increíble para lo que suelen ser estas cosas en España, figuran al lado de místicas abadesas, señoras muy del mundo, y junto a congregantes de San Luis, hombres despreocupados y hasta jóvenes alegres.

La señora de Montauron, que profesaba a la soledad cordialísimo aborrecimiento, concedía a sus amigos la más amplia hospitalidad en su campestre mansión, aunque, habiendo resuelto que aquel año de 1875 marcaría el fin del celibato de su sobrino, extendió aún más sus invitaciones en esta jornada, poniendo en la confección de las listas de convite los más diplomáticos cuidados.

Listas las naves y nombrados los capitanes, recibió Magallanes con toda la pompa regia de manos del Asistente de Sevilla, D. Martín de Leiva, el Real estandarte, celebrándose esta ceremonia con gran concurrencia en la iglesia de Santa María de la Victoria, en Triana en donde el Almirante juró pleito-homenaje con arreglo al fuero y costumbre de Castilla, prometiendo conducirse en la empresa como fiel y leal vasallo de su Majestad Católica, juramento que fué repetido por los capitanes y pilotos.

Los paños, los candeleros, las velas del altar del santo, se encontraban en aquella casa como la ropa y el calzado de la familia, y hasta en las listas de la colada se leía siempre, junto al renglón, por ejemplo, de los calzoncillos de mi tío, otro de los paños de San Juan.

Así, en tan dilatado período, el nombre de nuestro amigo, que había estado en candidatura, digámoslo así, para entrar en la celebridad, no figuró en la Guía Oficial, ni en listas de funcionarios, ni en corporaciones, ni en juntas, ni en nada que pudiera hacerle traspasar las fronteras de aquel reducido término de Ateca.

Seis vocales: una carlista, bastante tonta; otra, radicala, de pocos alcances; y cuatro alfonsinas, de la Grandeza, del cogollito, honradas, por supuesto, listas y de arranque. Una secretaria literata. Una tesorera de alta banca.

Te andas por las alturas... el ramo de señoritas está mal: aguárdate, que voy a decirte.... Levantose Colmenar, y abriendo un cajón de su pupitre, sacó una tira de papel, rancia y amarillosa, cubierta de nombres, que recordaba las listas de proscripción.