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Actualizado: 21 de julio de 2025
Quiroga sabe que en un templo hay escondidos objetos preciosos; preséntase al sacristán, a quien interroga sobre el caso; es una especie de imbécil que contesta sonriéndose. «¿Te ríes? ¡A ver!... ¡Cuatro tiradores!...», que lo dejan en el sitio, y las listas de la contribución se llenan en una hora. Las arcas del general se rehinchan de oro.
El Juez, lleva para estos actos una caja que contiene las listas del estado del barrio en la última visita, el tadhana ó bando que le autoriza, unas disciplinas y una palmeta, castigando con esta á las que se han hecho acreedoras é imponiendo correctivo á los delincuentes con las primeras.
¡Este Maltrana! oía decir á mis espaldas . ¡Lo que sabe!... ¡Lo que ha leído!... Y, por el momento, no me daban cosas de más provecho que tales elogios y un amplio permiso para apropiarme lo ajeno. Pero esto último no representaba gran cosa, por ir yo acompañado de gentes listas, que, al ser del país, siempre llegaban antes allí donde había algo que coger.
Una niña hacendosa y caritativa debía tejerles, así como su mamá tejiera a su papá una colcha de seda el verano pasado, tres colchas de lana: una blanca, otra celeste y otra rosada. Ella vendría a buscarlas una noche, dentro de treinta días justos. Si no estaban listas las colchas se volvería a su país, donde andaba siempre viajando... ¡Y para no volver más!
¿Están las cuerdas listas? preguntó. Respondiéronle que sí. ¿Alcanzará ca una de eyas hasta abaju? Se le respondió que con sobras de otro tanto. Pidió luego una pala. Examinó la cuerda, midiéndola braza a braza; la dejó después enroscada en el suelo cerca del borde del barranco; puso la pala sobre la rosca, y volvió a asomarse al precipicio.
La planta rústica no se sujetaba ya al espaller. Amparo había ido a la escuela en sus primeros años, años de relativa prosperidad para la familia, sucediéndole lo que a la mayor parte de las niñas pobres, que al poco tiempo se cansan sus padres de enviarlas y ellas de asistir, y se quedan sin más habilidad que la lectura, cuando son listas, y unos rudimentos de escritura.
Y del palacio se sale al jardín, que es la primera maravilla. De rosas nada más, hay cuatro mil quinientas diferentes: hay una rosa casi azul. En una tienda de listas blancas y rojas venden unas mujeres jóvenes las podaderas afiladas, los rastrillos de acero pulido, las regaderas como de juguete con que se trabaja en los jardines.
Dia 25, 26 y 27. Estos los empleè en formar y alistar toda la gente; que hasta entonces mucha parte de ella habia andado desparramada por las estancias circunvecinas, en recoger ganados y caballos. Arreglè hasta diez compañías, cada una de á 60 hombres con sus respectivos oficiales: lo que no me dió poco que hacer, por haberse presentado aquellas tan escasas de gente, que unas solo tenian 10 hombres, otras 7 y alguna 3. Hecho el arreglo y repartidas las listas á cada capitan, se dieron estos y sus subalternos
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