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Actualizado: 27 de junio de 2025


Esta lectura dejó á Ulises en dolorosa estupefacción. ¡Ya no vivía Freya!... ¡Ya no corría el peligro de verla aparecer en su buque al tocar en cualquier puerto!... La dualidad de sus sentimientos volvió á surgir con violenta contradicción. «Muy bien pensó el marino . ¡Cuántos hombres han muerto por su culpa!... Era inevitable su fusilamiento. Hay que limpiar el mar de bandidos

PARA LIMPIAR CERA O ESPERMA. Mejor que un metal caliente sobre un papel de estraza es empapar bien la mancha con alcohol puro, o, en su defecto, aguardiente muy fuerte; se deja un rato, se frota y se la ve caer hecha polvo.

Había días de compras grandes y otros de menudencias; pero días sin comprar no los hubo nunca. A falta de cosa mayor, la viciosa no entraba nunca en su casa sin el par de guantes, el imperdible, los polvos para limpiar metales, el paquete de horquillas o cualquier chuchería de los bazares de todo a real.

Sus goces son vanos y sus penas verdaderas. Si no tuviera el deber de limpiar mi nombre á causa de mi madre y de mi hermana, no aceptaría nada de ti é iría á llamar á la puerta de un convento, donde acabaría mi vida en la meditación y en el silencio. ¡Qué, Jacobo! Joven, rico aún, con la esperanza de la dicha, ¿quieres huir del mundo? , Lea.

Mis baladronadas hicieron gracia a la vieja, y me dio mil golosinas para quitarme el mal humor. Al día siguiente me obligó a limpiar la; discreto animal, que hablaba como un teólogo y nos despertaba a todos por la mañana, gritando: perro inglés, perro inglés. Luego me llevó consigo a misa, haciéndome cargar la banqueta, y en la iglesia no cesaba de volver la cabeza para ver si estaba por allí.

Maximina encendió la lámpara del comedor y puso el mantel sobre la mesa: Miguel la seguía con la vista: ella levantaba de vez en cuando la suya y le enviaba una sonrisa para mostrarle la confianza que tenía en sus palabras y lo feliz que la había hecho con ellas. Una vez puesta la mesa, volvieron a la cocina. Hay que limpiar esa vajilla dijo la criada con el tono agrio que siempre usaba.

-Todo puede ser -respondió Sancho-, que muchas veces sale de aquel olor que entonces me pareció que salía de su merced de la señora Dulcinea; pero no hay de qué maravillarse, que un diablo parece a otro. -Y bien -prosiguió don Quijote-, he aquí que acabó de limpiar su trigo y de enviallo al molino. ¿Qué hizo cuando leyó la carta?

Libres de chinos, hubo que limpiar la bodega, que era una verdadera pestilencia. Comenzamos a marchar hacia el sur, a buscar el estrecho de Magallanes o el Cabo de Hornos, en aquella inmensidad desierta del Pacifico, llevados por la monzón del oeste. Encontramos algunos barcos balleneros, con los que nos pusimos al habla, y nos indicaron la situación exacta en que nos encontrábamos.

Comenzaba á despertar la explotación de las minas y se hablaba de limpiar el Nervión, convirtiéndolo en un puerto para que los vapores llegasen hasta el mismo paseo del Arenal. ¡Adiós las gabarras!

Las mujeres, más irritadas que los hombres de aquella falta de galantería, echaron mano igualmente á sus mantones y se disputaron el placer de limpiar también con ellos la mesa. Había llegado la hora del vértigo. Soledad puso el pie en una silla y de un brinco se plantó sobre la mesa, inaugurando el baile con un fuerte taconeo que electrizó á la reunión.

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