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Actualizado: 22 de junio de 2025
El tenía que traer la bacía de lavarse las manos, las toallas y el limón cuando el Conde se levantaba, y alcanzar asimismo la aljofaina, doblando la rodilla, según el ceremonial.
REQUESÓN. Para cada copa de leche, una cucharada de almidón, dos yemas de huevo y una corteza de limón; se acerca al fuego, y sin dejar de moverlo, se cuece hasta que esté bastante espeso; se separa y pone en molde; se mete la punta del cuchillo todo alrededor para que suelte.
TRUCHAS CON LIMÓN.
Pálido y frío estaba en su cama de randas y colgaduras el emperador, y los mandarines todos lo daban por muerto, y se pasaban el día dando las tres vueltas con los brazos abiertos, delante del que debía subir al trono. Comían muchas naranjas, y bebían té con limón. En los corredores habían puesto tapices, para que no sonara el paso. No se oía en el palacio sino un ruido de abejas.
Ambos establecimientos eran, al parecer, de un mismo dueño: el pequeño tenía una puerta a la calle y el grande dos. Es en la tienda de al lado dijo el buñuelero sin urbanidad ; pero se puede entrar por aquí. Pase usted, caballero.... Señá Nazaria, aquí preguntan por usted. Cuando la naranja se vuelva limón.
PASTELILLOS DE CREMA. Se prepara la pasta, calentando medio cuartillo de agua con sal, dos cucharadas de azúcar molida, setenta y cinco gramos de mantequilla, y cáscara de limón.
Cuando está en su punto se pasa la salsa y se le agrega un poquito de zumo de limón. PUDDING DE CARNE. Se hace un picadillo de carne, jamón y cebolla; se sazona de sal y se mezcla con huevos batidos y salsa de tomate. Se coloca en un molde, y se cuece al baño maría, y antes de servirlo se tiene en el horno para que se dore.
De modo que á la hora en que le volvemos á encontrar, no cuenta un solo deseo que no haya visto satisfecho; es decir, se ha bebido, vaso á vaso, más de media cántara de agua de limón «fría como la nieve»; ha comido, de seis en seis, más de un ciento de merengues; ha convidado á cuantos paisanos y conocidos hallaba al paso; ha comprado una sinfonía en una tienda de alemanes, y ha oído una misa mayor en la Catedral.
Tenía pintada en su cara la ansiedad más terrible; su piel era como la cáscara de un limón podrido, sus ojos de espectro, y cuando se acercaba a la mesa de los espiritistas, parecía uno de aquellos seres muertos hace miles de años, que vienen ahora por estos barrios, llamados por el toque de la pata de un velador.
¿Qué le voy a hacer? suspiró Francisca en tono burlón. Es el efecto en mí del celibato... Hay jóvenes que se vuelven de azúcar, como Genoveva; hay otras que se ponen más agrias que un limón, como yo... No comprendo por qué tienen ustedes todas, trazas de encontrar magnífico ese sentimiento de pureza virginal de que hablan.
Palabra del Dia
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