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Actualizado: 30 de abril de 2025
Además no había en Sarrió piloto o marinero que se las pudiese haber con él en lo referente a la mar, lo mismo en el conocimiento del tiempo, que en las maniobras de los barcos; en todos los secretos de la navegación. La lucecita verde se iba acercando con lentitud.
No acertando a reprimir su admiración amorosa, se acercó con lentitud y cuidado, para que ella no despertase e imprimió dos tiernos besos sobre los párpados y largas pestañas de sus cerrados ojos.
Llenó cuatro vasos; y tomando el suyo, miró en torno de ella con indecisión. ¿Dónde cae el Norte? El conde lo señaló silenciosamente. Entonces la dama fué levantando su vaso con solemne lentitud, como si ofreciese una libación religiosa al misterioso poder oculto en el Norte, lejos, muy lejos. Kaledine la imitó con el mismo gesto de fervor.
El Doctrino tenía algo de lúgubre, hablaba poco, y siempre con una lentitud melancólica que anunciaba en él pensamientos ocultos y un frío y siniestro cálculo que no quería dejar traslucir. Eso mismo digo yo repitió Aldama, que estaba resuelto á no desairar la botella mientras tuviera dentro alguna cosa. Pues lo primero, señores dijo Alfonso, es constituirnos de cualquier modo que sea.
Hizo un esfuerzo el coronel para contener su sorpresa... Sí que había visto más de cien duelos; pero era en las obras dramáticas, sobre las tablas, entre cómicos, que dan á los preparativos del encuentro una lentitud ceremoniosa para prolongar la ansiedad del público. Debió adivinarlo al oir sus disparates. ¡Cómo se había burlado de él!...
Entre tanto añadió D. Fadrique, hablando con lentitud y bajo, dejando caer las palabras una á una, como si le costasen grandes esfuerzos, y como si en vez de responder á su sobrina hablase consigo mismo y á sí propio se respondiese; entre tanto, Doña Blanca es discreta, es piadosa y es buena madre. Razones de mucho peso tiene... sin duda... para querer casar á su hija con D. Casimiro.
Esta es una atención de las que no se olvidan... ¿Pero quién viene con usted?... El barbero ataba ya la barca a los hierros cuando Leonora le hizo esta pregunta. Es don Rafael Brull contestó con lentitud. Un señor al que creo ha visto usted otra vez. A él debe agradecerle la visita. La barca es suya, y él es quien me metió en la aventura.
Imposible describir ese grupo de nubes incandescentes y atormentadas, con sus franjas luminosas como una hoguera, su fondo de un dorado pálido, inmóviles sobre el horizonte, disolviendo su forma y su color con una lentitud que hace soñar.
De esta independencia nace el desembarazo con que he alabado francamente en distintas ocasiones, ora el amor de familia con que se ha solido colocar a los deudos y amigos de los gobernantes, cosa que ha variado ya enteramente; ora la prudente lentitud con que se han entregado y se entregan las armas a nuestros amigos; ora la oportunidad e idea con que se vistió a los señores Próceres, y en momentos de aprieto, fundados en que más da el duro que el desnudo; ora la perspicacia con que se han descubierto varias conspiraciones, y se ha salvado a la patria amenazada; ora la previsión con que se evitó que se interpretase mal la primera acometida del cólera; ora la precipitación con que se ha llevado a su término la guerra civil; ora... pero ¿a qué más? yo no he dejado cosa apenas que no haya alabado; y si algo me he dejado, por mi vida que me pesa, y téngolo de alabar hoy.
La monotonía y la uniformidad de la vida habían hecho que el tiempo pareciese que pasaba con inaguantable lentitud, según iba pasando; pero, pasado ya, transcurridos los cuarenta años de convento, Fray Miguel volvía la vista atrás y no veía el larguísimo camino que había seguido y la enorme distancia que del punto de partida le separaba.
Palabra del Dia
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