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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Y marcaba los ergos y los tues con una fruicion indecible y guiñaba el ojo como diciendo: ¡estás frito! Es que... es decir que... balbuceaba Plácido. Es decir que no has comprendido la leccion, espíritu mezquino que ¡no te entiendes y soplas al vecino! La clase no se indignó, al contrario, muchos encontraron el consonante gracioso y se rieron. Plácido se mordió los labios.

Pero lo más table de su cáriz era la afección nerviosa que padecía, pues no pasaban dos minutos sin que hiciese tantos y tan violentos visajes, que sólo por respeto á tan alta persona no se morían de risa los que le miraban. Su vestido era lección ó tratado de economía doméstica.

Fué avanzando solemnemente sobre la mesa, y detrás de sus pasos todo el acompañamiento final de graves doctores, que no ocultaban las arrugas y las canas de sus rostros matroniles. El profesor Flimnap corrió á colocar en el centro de la mesa un sillón, que era el mismo que él había ocupado al dar al gigante su lección de Historia.

Ese es mi sistema, domar a las mujeres... Después que la mía ha recibido una lección, un poco fuerte, es verdad, ha recobrado su buen sentido práctico... ahora es cien veces más feliz y más amable que nunca... ¡Esto es perfecto, perfecto!

¡Ya veremos! contestó Maurescamp con bastante sequedad. Juana había asistido aquella mañana, como tenía por costumbre, a la lección de esgrima. Al salir notábase en ella un aire grave y meditabundo que no le era habitual desde que había empezado su nueva existencia. Todo el día estuvo pensativa. A la mañana siguiente, no faltó a la cita.

Pero no le gustaba al cura, que no desperdiciaba nunca la ocasión de criticarle; así es que por espíritu de contradicción lo elegí yo por favorito. El día a que me he referido más arriba, debía yo dar la lección concerniente a mi amigo. Largo tiempo revisé la víspera buscando algún medio para hacerlo brillar a los ojos del cura.

¡Vaya! ¡una rayita! decía; como ¡no tienes aun ninguna! Pero, Padre, exclamaba Plácido conteniéndose; si V. R. me pone la falta de leccion, V. R. ¡me debe borrar las de asistencia que me ha puesto por este día! La Reverencia no respondió; consignó primero lentamente la falta, la contempló ladeando la cabeza la rayita debía ser artística, dobló la lista y despues con toda sorna preguntó;

Y con aire pedantesco, como si diese una lección, habló de los orientales, grandes maestros en el arte de saber vivir.

Yo dominaba el teatro desde muy alto; por esta causa me consagré al sacerdocio. Yo, señorita, no soy un simple profesor, sino un sacerdote... Llevo cincuenta francos por lección; pero enseño, con los preceptos del arte, el respeto al arte.

A Plácido le pareció que le tiraban de las orejas; tenía presente en la memoria la historia de un cabeza de barangay de su pueblo, que por haber firmado un documento que no conocía, estuvo preso meses y meses y por poco fué deportado. Un tío suyo, para grabarle la leccion en la memoria, le había dado un fuerte tiron de orejas.

Palabra del Dia

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