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Actualizado: 21 de septiembre de 2025
En el buque de enfrente también se destacaba el brillo de los cobres y las figuritas de los músicos, puestos en círculo en la última cubierta. Cuatro trompetas larguísimas, cuatro tubos semejantes a los que guiaban la marcha de los legionarios romanos, abrían sus bocas doradas por encima de las cabecitas, y en los intervalos de silencio llegaba hasta el Goethe su lejano rugido.
Y así era en efecto: que ni en la nobleza toda, ni en toda la alta banca, había dama más digna de disfrutar aquellas grandezas que la duquesa Margarita, noble hasta las puntas de sus larguísimas pestañas negras, y elegante hasta el claro fondo de sus ojos azules.
Y al día siguiente salen al campo las tropas á disparar flechas y tirar lanzazos al aire; marchan larguísimas jornadas, duermen á la intemperie sobre el duro suelo, pasan ríos á nado, comen mal, y al fin, toda esta hermosa juventud vuelve abrumada de cansancio, pero sana de pensamiento y curada por algunos meses de su inquieta y misteriosa enfermedad.
¡Las horas larguísimas del que aguarda con ansiedad!... Se paseó fumando, encendiendo un cigarro en el resto del anterior. Luego abrió la ventana, queriendo borrar este perfume de tabaco fuerte.
Hoy tiene doscientas sesenta calles, y cuatro larguísimas calzadas ó avenidas que siguen las márgenes de los rios; contando quince fortificaciones considerables al derredor. Algunas de sus mas antiguas iglesias están en ruina, y hoy las restauran, al mismo tiempo que se concluyen ó prosiguen vastísimas construcciones que rejuvenecen la ciudad.
Juan estaba pendiente de sus labios. Cristeta suspiró; luego guardó silencio en larga pausa, mirándole fríamente, mostrándole impávida el azul profundo de sus ojos; se pasó la lengua húmeda por los labios secos, y muy despacio, levantando una mano y posándosela en el hombro, le dijo con melancólica solemnidad, al mismo tiempo que dejaba caer ruborosa los párpados de larguísimas pestañas.
Don Juan, acordándose instantáneamente de su amada, preguntó: ¿Cristeta? Ya le digo a usted que no me acuerdo bien; pero algo así como eso que usted dice: Cristeta... Crisanta... ¿qué sé yo? Entonces él volvió a preguntar, animándose: ¿Qué señas tiene? Ojos azules, grandes y oscuros; las pestañas larguísimas; el pelo rubio como un trigal, y ¡vaya un cuerpo! Pero ya las gastará usted mejores.
Ademas de la justicia que nos dá el último tratado ó contrato, para que vaya la línea, ó raya divisoria, por los rios Yaguarey ó Monici, y Corrientes, segun dije a V. E. en 20 de Junio de 1791, se seguirá de ello no solo el que esta provìncia en un año se prolongará, sin costo alguno, desde el trópico al paralelo de 22° 4' que son las mejores tierras del vireinato y con yerbales próximos al rio, sino que con esto tendremos escalas mas próximas y abundantes para ir á los Chiquitos y á los establecimientos que hagamos costa arriba, y separaremos para siempre á los Portugueses: porque todas las tierras, al norte de dicho Corrientes hasta la Laguna de los Xarayes, son impoblables, porque las crecientes del rio Paraguay las inundan á larguísimas distancias, sin permitir que los Lusitanos se acerquen á nosotros ni al rio, ni intenten beneficiar dichos yerbales para vendernos la yerba, ó para llevarla á sus minas donde se estima mucho: estas ventajas son inapreciables.
La mujer es enferma... llena de manías... suele pasar temporadas larguísimas sin salir de sus piezas. ¿Será neurasténica? ¡Qué sé yo!... lo que sé es que lo hace víctima de sus caprichos. ¡Pobre Baldomero!... y tan jovial siempre. En ese momento llegaron a una pequeña zanja de casi un metro de ancho, que Melchor propuso saltar, como lo hizo en su zaino, deteniéndose del otro lado.
La refinada Francia y la positiva Inglaterra hacen girar sus alambres eléctricos por larguísimas series de postes artificiales, barnizados y llenos de piezas de loza ó cristal que aislan el fluido y separan los alambres.
Palabra del Dia
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