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Actualizado: 4 de mayo de 2025


El hombre se dice entónces á propio lo que decirle pudieran los demas; asiste á la escena que se representaria, si el lance cayera en manos de un adversario de chiste y buen humor.

Si tenemos la suerte de que la señorita Guichard arroje rayos y llamas y nos cubra de maldiciones y de injurias, nuestro asunto será bueno ... Pero si se enternece y viene á buenas ... ¡No cómo saldremos del lance! ¡Se sale siempre! Sin duda. Pero es preciso salir correctamente ... ¡Dios sabe si he sido paciente, y tranquilo y silencioso, cuando me colmaba de malos tratamientos!

Madre mía, haga usted volver al señor sus presentes, saliendo en seguida con un paso de reina ultrajada. La señora de Laroque la siguió. Al mismo tiempo lancé el contrato en la chimenea. Señor me dijo entonces el señor de Bevallan con tono amenazador hay aquí una intriga cuyo secreto sabré. Señor, voy á decírselo respondí.

El primero fué por la mañana, quedando encallado en unos arenales, y entró tan profundamente la quilla, que muy trabajosamente, con el ayuda de las otras embarcaciones, se pudo desencallar y sacar fuera de la arena. En este lance suplicamos con grande afecto á la Santísima Virgen, y con su favor, cuando creíamos entrase el agua por muchas partes, se halló que no había padecido nada.

Por su mente pasaba el terrible lance de la noche próxima, los convidados que llegaban, los salones llenándose, ella vestida con su gran falda de raso rosa, de enorme pouff y larguísima cola, afectando alegría, y el problema de la cena sin resolver aún.

No se recordaba en la población más que dos desafíos en que se hubiera llegado al terreno; uno de Mesía, allá, muchos años atrás, cuando era muy joven; había sido padrino del contrario Frígilis, único vetustense que asistió al lance. Nunca había querido decir lo que había pasado allí, pero era lo cierto que ni Mesía ni su adversario habían guardado cama un solo día después del duelo.

El lance era para que no se murmurase de doña Beatriz, y con el lance iba el Conde a lograr que resonase el nombre de ella en las diez mil trompetas de la Fama. Mas, sobre todo esto hubiera importado pensar a tiempo y no entonces. Entonces no quedaba otro arbitrio que darse de sablazos. Los sablazos se dieron, y, como era de prever, los recibió Arturo. Por dicha, ninguna herida fué de cuidado.

Una sola vez en su vida tuvo que ver con gente de mala ralea, con motivo del bautizo del chico de un sobrino suyo, que estaba casado con una tablajera. Entonces le ocurrió un lance desagradable del cual se acordó y avergonzó toda su vida; y fue que el pillete del sobrinito, confabulado con sus amigotes, logró embriagarle, dándole subrepticiamente un Chinchón capaz de marear a una piedra.

Creemos, sin embargo, que el lance no tendrá consecuencias de ningún género, dada la prudencia proverbial de las personas interesadas

La reputación de doña Beatriz quedó así más lastimada que el cuerpo de Arturo, de resulta del lance que tuvo con él el caballeroso Conde de Alhedín, inhábil, por la persuasión y por la violencia, para convencer a nadie de su platonismo.

Palabra del Dia

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