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Actualizado: 12 de julio de 2025


Estaba enteramente ocupada por la gente de la aldea, todos labradores; las mujeres delante, vestidas la mayor parte de tela de estameña negra, pañuelos de color a la garganta y la cabeza cubierta con mantilla de franela; los hombres detrás, con chaqueta de bayeta verde o amarilla, calzón corto de pana, medias blancas de lana sujetas por ligas de color.

El duro, estrecho, apocado y fementido lecho de don Quijote estaba primero en mitad de aquel estrellado establo, y luego, junto a él, hizo el suyo Sancho, que sólo contenía una estera de enea y una manta, que antes mostraba ser de anjeo tundido que de lana.

Que tienen comercio con los otros, de quienes se proveen de lienzos, añil y chaquiras, y que tienen una especie de lana que se cria en árboles, la que traen de la otra banda de la Cordillera, hacia el Cabo de Hornos, conchavándola á los indios.

En la pieza siguiente, cerca de la ventana cerrada, yacía la enferma sentada en un sillón de vaqueta, envuelta en grueso pañolón de lana. En la cabeza tenía un pañuelo blanco, atado bajo la barba. ¡Rodolfito! exclamó con acento débil ¡Rodolfito! ¡Ven, dame un abrazo; mira que no puedo levantarme! Llegué a su lado y me incliné para estrecharla contra mi pecho y darle un beso en la frente.

Ella no decía nada; pero algunas veces sentía una vaga pesadumbre al encerrar su cuerpo gallardo en aquellos hábitos austeros y tristes. Un día, sofocada con la lana negra de su corpiño, tuvo la tentación de ponerse uno de sus vestidos blancos de Luzmela. La falda estaba sumamente corta; el cuerpo muy estrecho.

Sacó todas cuantas había y en su lugar puso piedras, palos y lo que halló, y encima dos o tres yesones y un tarazón de teja. Cerró la caja y púsola donde estaba, y dijo: -Pues aún no basta, que bota tiene el viejo. Sacóla el vino y desenfundando una almohada de nuestro coche, después de haber echado un poco de vino debajo, se la llenó de lana y estopa, y la cerró.

Las carretas de transportar tierra y cal eran más bastas y las movía un forzudo percherón, cuyos jaeces adornaban flecos de lana roja. Al ir de vacío rodaban con cierta dejadez, y al volver cargados, el conductor manejaba la fusta, el caballo trotaba animosamente y repiqueteaban las campanillas de la frontalera.

En la actualidad y hablando de un modo general, podrían dividirse las ovejas en dos grandes clases: las españolas y las británicas, omitiendo las de raza asiática; y como las mejores ovejas del mundo son originarias de España, fué lo más natural que los primeros colonos las trajeran en sus buques de la madre patria y que esto fuera el principio de la industria de la lana en la América del Sur.

¡En nombre del Cielo, querida! ¿Qué tienes? gritó. No me hallaba en estado de proferir una palabra. Pero ella, con un movimiento maternal, tomó una gruesa manta de lana, me envolvió en ella y me colocó en su regazo, aunque yo ya era más grande que ella. Vamos, confiésate, tesoro mío. ¿Qué ocurre? me preguntó acariciándome las mejillas.

Aquellas mujeres, vestidas con pesadísimos dobles refajos, y liadas en una especie de manta, parecían montones de lana de vivos colores, de cuyo fondo salían pregones tan agrios y desapacibles como el cacareo ó los graznidos de las propias aves pregonadas.

Palabra del Dia

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