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Actualizado: 13 de julio de 2025
Sábese que en el linaje del poeta hubo un bravo sir Rogerio, que batalló en compañía de Strongbow, un osado, sir Arnoldo, que defendió a una lady, acusada de bruja; una mujer heroica y viril, la célebre Condesa del tiempo de Cromwell; y pasado sobre enredos genealógicos antiguos, un General de los Estados Unidos, su abuelo.
¿Y me dejarás llamarte mamá? preguntó Carolina, mirándola fijamente. ¡Y te dejaré que me llames mamá! respondió Lady Clara con forzada sonrisa. Sí dijo Carolina con energía. Entraron juntas en el dormitorio, siendo la maleta lo que más pronto llamó la atención de Carolina. ¿Pero, mamá, te vas otra vez? dijo con una ojeada rápida e inquieta y agarrándose a su falda.
Pero aquí el discurso del coronel, en el que se notaba la influencia de los licores, se enturbió hasta hacerse ininteligible e incoherente. Posible fuera que Lady Clara hubiese oído en casos semejantes algo parecido y por lo tanto estuviese dispuesta a suplir las omisiones e incongruencias del maduro galán.
Necesitaba exteriorizar el desaliento en que le había dejado la resistencia de la inglesa á decirle el paradero de Alicia. Soy muy desgraciado, lady. Lo creo contestó ella . Mis desgracias son más grandes que las de usted, pero las sobrellevo mejor. Para Mary, la vida era á modo de una balanza.
No sabes lo que te pescas exclamó a gritos Lady Clara, resistiendo al impulso de sacudir la figurita que tenía ante sí y de precipitar la verdad por medios de orden puramente material. La rubia cabecita desapareció repentinamente en los pliegues del vestido de la señora de Galba, como esforzándose en extinguir el abrasado color de sus mejillas.
Yo no puedo permanecer más tiempo aquí, ciertamente, ahora que Mabel ha creído conveniente abandonar la casa sin siquiera consultarme. Esta tarde vino lady Rainham, pero yo tuve que aparentar que no estaba. ¿Qué puedo decirles a las gentes en estas circunstancias tan angustiosas?
Hablé para hombres dijo Toledo con orgullo , para hombres estropeados por la guerra; un público de héroes... No ha habido en el entierro una sola mujer. Esto fué lo más interesante para el príncipe: «Ni una mujer.» Y volvió á preguntarse una vez más qué sería de Alicia. Al caer la tarde, cuando estaba paseando por sus jardines, vió venir á lady Lewis precedida del coronel.
Lady Clara volvió a casa sonrojada por el triunfo, pero al llegar a su habitación no se mostró propicia a los halagos de Carolina, diciendo que desde entonces eran mendigas; que ella, su madre, acababa de quitarle su último bocado de pan, y terminó rompiendo en un llanto inconsolable.
Soy únicamente una pobre mujer: ¡nada de ángel! Además, muy mala; tengo mis remordimientos, como todos. ¡Usted, lady!... volvió á exclamar el príncipe con un gesto de incredulidad. Y ella, para que el otro no dudase, se apresuró á contar el gran pecado de su existencia.
Lady Lewis pertenecía al pequeño grupo de elegidos que desconocen el egoísmo y ansían sacrificarse por el bien; á las eternas santas que existieron antes del nacimiento de las religiones, y que continuarán floreciendo lo mismo cuando la duda haya acabado de arruinar las creencias actuales. Usted es un ángel dijo el príncipe. No protestó ella-: yo soy una amorosa, una gran amorosa.
Palabra del Dia
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