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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Bien dice nuestro inmortal novelista: «Y sobre todo, el cielo te guarde de que nadie te tenga lástima.» »Yo estallaría, me ahogaría si no comunicase con alguien mis penas. Por eso te las confío. Beatriz no advierte nada. ¿Cómo, de qué, por cuál motivo quejarme con ella y de ella? »Yo la amo con toda mi alma, y necesito para ser feliz que ella me ame y me respete.

Pero al ver que Ojeda se molestaba por estas amabilidades, adivinando su malicia, abandonó todo disimulo, añadiendo con admiración: Compañero: le envidio y le tengo lástima. Es usted un valiente, ¡pero lo que se ha echado encima!... Antes del término del viaje deseará llegar a tierra, lo mismo que un náufrago que se ahoga. La comida de esta noche era con banderas y guirnaldas.

Cuando los hubo contemplado un rato, bajó de nuevo los ojos al cristal de la fuente y se dijo llorando otra vez copiosamente: «Ellos tienen padres: yo no los tengo. ¡Yo fuí criada por lástimaAl cabo la leche quedó mazada: la pelota de manteca batía ya con fuerza las paredes del odre.

No ha de haber necesidad de nada, Rufino, porque esta fiesta no ha de repetirse. Más vale así, niño; ¡mire que seria una lástima!... ¿Y usted tiene todo listo para regresar mañana, Rufino? le preguntó Lorenzo para cortar la conversación. , niño, todo, sólo me faltan unas cartas que me dijo don Melchor que me iba a dar.

Estás paliito y ojeroso como un chavaliyo de quince años. Me da lástima de ti y no quiero que te ahoguen las fatigas. Si deseas que Soleá te quiera como antes y se case contigo pásate mañana por mi casa y te daré el remedio... ¡Pero cuidao que digas al lechonaso de Antonio!... Ve á la hora en que está en la oficina... Ya sabes, después de las diez.

Ya no era aquella muchacha bonita, pero débil y delicada, que tenía horror al oscu, no queriendo enseñar lo saliente de sus clavículas. Los cinco años de separación habían hecho de ella una mujer adorable, espléndida, con las redondeces, el color y la suavidad de un fruto de primavera. ¡Lástima que fuese su mujer! ¡Cómo debían desearla los que no estaban en su caso! , señora.

¿Te han dado suelta hoy?... ¿Hasta qué hora tienes permiso?... Dicen que ya no echas roncas como antes, que estás convertido en un palomo buchón... Pero el majo no se dió por ofendido; procuró echarlo á risa, le dijo algunas galanterías y se despidió al cabo de ella, diciendo para con alegría: ¡Lástima de niña! ¡Qué salada es! Si yo tuviese dos corazones, le daría uno.

Me dio cierta lástima cuando noté que la incomprensión mía le hacía sufrir. Es curioso lo que sucede entre nosotros. Yo lo desconcierto sin querer. Es que yo misma tampoco qué pensar con respecto de . No responde a coquetería ni menos a cálculo mi modo de ser.

Después, casi siempre, había tenido grandes contrariedades en la vida, pero ya despreciaba su memoria; una porción de necios se habían conjurado contra ella; todo aquello le repugnaba recordarlo; pero su pena de niña, la injusticia de acostarla sin sueño, sin cuentos, sin caricias, sin luz, la sublevaba todavía y le inspiraba una dulcísima lástima de misma.

Cuando salieron estos desdichados de sus tierras, viendo los cristianos que muchos de ellos caminaban mui fatigados, enfermos i convalecientes i yendo á pie ó en malas cabalgaduras, moviéronse á lástima; i así es fama que solian exhortarlos para que recibiesen el agua del bautismo, i pusiesen fin á sus infelicidades presentes, i á las que estaban por venir.

Palabra del Dia

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