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Actualizado: 5 de junio de 2025
El trote de los cuatro caballos sonaba sobre las piedras de Souvigny. Bettina, hasta la salida de la ciudad, les hizo marchar pausadamente, pero en cuanto vio ante sí dos kilómetros de camino llano, sin subida ni bajada, dejó los poneys ponerse progresivamente a gran trote... y llevaban un trote infernal. ¡Oh! cuán feliz soy, Zuzie.
Sesenta y cuatro... sesenta y tres; ya no faltaban más que sesenta y tres kilómetros para llegar a Buenos Aires. ¡Bestia de mí! Siempre se llega demasiado pronto. ¡Para lo que se encuentra al final!... Y una sonrisa de cansancio dejaba al descubierto su dentadura con engastes de oro. Ernestina expuso sus ilusiones, acompañándolas con un gesto de humildad. Ella era artista y ansiaba la gloria.
Desnoyers pensó que su castillo no era mas que uno de los muchos hospitales establecidos en una línea de más de cien kilómetros, y que al otro lado, detrás de los franceses, existían centros semejantes y en todos ellos reinaba igual actividad, sucediéndose con aterradora frecuencia las remesas de hombres moribundos.
El lago de Zuric es, sin disputa, el mas civilizado de cuantos encierra Suiza. Mirando desde el centro hácia la ribera oriental, se ve en una extension de muchos kilómetros una interminable sucesion de quintas y pequeñas poblaciones, que son como los arrabales de Zuric, tan enlazadas ó en contacto que parecen formar una ciudad.
Nos dimos cita para encontrarnos en Burgos ó Bilbao, cambiamos algunos abrazos muy cordiales, y tomamos direcciones opuestas. La diligencia volvió á servirme de prisión desde Córdoba hasta Madrid, en un trayecto de 350 kilómetros, despues de haber dado la vuelta á las Andalucías.
Al fin la obscura masa penetra bajo una siniestra bóveda. El arroyo que yo he visto salir á la luz, tan limpio y alegre en el manantial, no es ahora más que una alcantarilla, en la que toda una ciudad arroja sus desechos. En un intervalo de algunos kilómetros el contraste es grande.
La movilización acaparaba lo mejor, y los demás medios de transporte habían desaparecido con la fuga de los medrosos. Había que hacer á pie una marcha de quince kilómetros. El viejo no vaciló: ¡adelante! Y empezó á caminar por una carretera blanca, recta, polvorienta, entre tierras llanas é iguales que se sucedían hasta el infinito.
Manos Duras se detuvo para ver mejor. Aquel día no era de correo de Buenos Aires. «Debe ser un tren de carga que viene de Bahía Blanca», se dijo. Resultaba visible estando aún á muchos kilómetros de la Presa, y pasaría otros tantos kilómetros más allá, para no detenerse hasta Fuerte Sarmiento.
A través de su cuerpo se veían los árboles, el banco cercano, las gentes que pasaban. Parecía de cristal, de humo sutil, de espuma impalpable. La hizo señas para que la siguiese, y echó á andar al ver que la vieja le obedecía. ¡Ay, mis piernas!... No podré seguir. Son varios kilómetros. ¡No llegaré nunca!...
A once y medio kilómetros de Legaspi se encuentra el pueblo de Libog, situado á la orilla del mar, y al ESE. del volcán, cuyas ondulaciones por esta parte se extienden hasta la misma playa. La palabra bicol libog, quiere decir turbio. y posible es que en la falta de trasparencia de las aguas volcánicas que por allí abundan, se buscara nombre al pueblo.
Palabra del Dia
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