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Actualizado: 30 de abril de 2025
¡Jesús! ¡Jesús! ¡Vaya todo por Dios! exclamó el clérigo tapándose los oídos, pero sin enfadarse. No sea usted tan malo, D. Martín. D.ª Eloisa, que bien advertía lo que estaba pasando, se levantó al fin de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor: ¿No juegan hoy al tresillo? Vamos allá, vamos allá respondió su marido, sofocando la risa que le fluía del cuerpo, como a los demás.
Ya Bencerrajes, Zegríes, Zaros, Muzas, Alfaquíes, Abenabos, Aibenzaides, Mazas, Gomeles y Zaides, Hacenes y Almoradíes, Dejan lanzas, toman varas, Juegan cañas, corren yeguas; Que se escuchan a dos leguas Los relinchos y algazaras Con que celebran las treguas. ABIN. ¿Abencerrajes dijiste? Pues ¿han quedado en Granada Después del suceso triste?
Las noches de estío, esas noches de Julio y Agosto en Sevilla, en que el calor es sofocante, acude un público bastante numeroso al paseo del Salvador en busca de alguna agradable brisa; allí se pasa las horas tranquilamente el desocupado, viendo á los corros de niños que juegan, á la gente joven que pasea, á los viejos que dormitan ó á los que toman sorbetes y refrescos en los puestos de agua, siendo aquel, campo muy aproposito para conquistas de niñeras y criadas de servicio que incautamente creen en las promesas de chicucos domingueros y militares sin graduación.
PANTOJA. De la muñeca graciosa, de la niña voluble, podrá salir un ángel más fácilmente que saldría de la mujer. CUESTA. No le entiendo a usted, amigo Pantoja. PANTOJA. Me entiendo yo... Mire, mire como juegan. CUESTA.
A ver si se le pasa el disgusto.... Ahí en casa unos rezan y otros juegan.... Yo no rezo nunca sobre la comida. Vamos allá contestó Julián, que se había quedado ensimismado. Nos sentaremos al pie del crucero.
Las débiles y movibles varillas que juegan, se adelantan y retroceden, no son insensibles, aunque garantice hasta cierto punto la secreción á su derredor de una cantidad de blanda gelatina que, sin duda, constituye un colchón. Por fin, es preciso; se lanza, se afirma sobre sus púas, como sobre otras tantas muletas, rueda su tonel de Diógenes y, como puede, llega á puerto.
Facundo se presenta un día en una casa y pregunta por la señora a un grupo de chiquillos que juegan a las nueces; el más atisbado contesta que no está. «Dile que yo he estado aquí. ¿Y quién es usted?
El ejército del Brasil, compuesto en su mayor parte de negros y mulatos, está uniformado con toda la chocarrería posible, formando un divertido golpe de vista la formacion de sus batallones, donde juegan sin armonía todos los colores del arco íris.
Al ruido de la campanilla acudió Kate, la doncella inglesa de la señora. ¿Quién está con el señor? preguntó a esta. El señor ministro de la Gobernación... El señor duque de Bringas y don Juan Velarde juegan en el billar. Dile a don Joselito que no recibo a nadie... Tengo mucha jaqueca. Kate pareció titubear un momento y se decidió al fin a decir tímidamente: ¿Ni tampoco a don Juan Velarde?...
Realízanse dentro del Club de los Salvajes tantas operaciones de crédito como en el Banco de Londres. No sólo se prestan los socios entre sí dinero y juegan sobre su palabra, sino que también realizan la misma operación con el club, considerado como persona jurídica, y hasta con el conserje en calidad de funcionario y como particular.
Palabra del Dia
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