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Actualizado: 4 de julio de 2025


Creía ella que los curas de mucho saber y virtud debían de conocerse en el poco uso que hacían del agua y jabón, y también en que su alimento no podía ser sino yerbas cocidas y sin sal.

Arrastró vida mísera durante algunos años, solitario habitante de los barrios del Sur, sin atreverse a pasar a los del Centro y Norte, por miedo de encontrar conocimientos que le vieran mal calzado y peor vestido; y habiendo perdido aquellos acomodos, buscó otros, aceptando al fin, no sin escrúpulos y crispaduras de nervios, el cargo de comisionista o viajante de una fábrica de jabón, para ir de tienda en tienda y de casa en casa ofreciendo el género, y colocando las partidas que pudiera.

Un ligero perfume emanado de su ropa, un olor fino de jabón, flotaba aún en la habitación. Las mismas toallas de las cuales se había servido, todavía colgadas de la pared, formaban, al lado de la estufa de loza, una mancha blanca de fantástica apariencia.

Claretie estaba desesperado. «Nunca me consolaré escribía luego al futuro autor de «Cyrano» de ver desvanecerse esa pompa irisada de jabón...» Para recobrarse del descalabro sufrido, Julio Claretie pidió á Rostand «otro acto», asegurándole que, por lo menos, sería leído.

No será por falta de jabón, del cual se ha gastado más de la cuenta en estos días en que me he mudado tan pocas veces, sin haber usado cuellos ni puños... Apostaría a que cuando Candidita ha tomado café, no se lo has hecho con el mismo del día anterior, sino que lo has colado nuevo. Por el tufillo que despide lo he conocido. Bien, bien, fomentar vicios; para eso estamos».

Chile le proporcionaba lo que él no se había atrevido a intentar, que era cerrar todas las vías de comercio que no dependiesen de Buenos Aires. Mendoza y San Juan, La Rioja y Tucumán, que proveían de ganados, harina, jabón y otros ramos valiosos a las provincias del norte de Chile, han abandonado este tráfico.

Pablito, cuyo rostro ya sin jabón estaba tan blanco como cuando lo tenía, dejó escapar aquí un jipido tan extraño y doloroso, que Piscis que venía observando con ojos recelosos al barbero, saltó repentinamente sobre éste y le sujetó los brazos. Pablo se levantó entonces de un salto. El dueño y los mancebos y todos los parroquianos gritaron a un tiempo: ¿Qué es eso?

Primero se mezclan el amoníaco y el oleato, después se añade la goma laca y, por último, el aceite, mezclando todo bien; este líquido se aplica con una muñeca de tela, después se frota bien con un paño de lana hasta que se seque. PARA LIMPIAR FRANELAS. La franela no se lava nunca con jabón, porque se pone amarillenta; se limpia con lo siguiente: Harina 3 cucharadas. Agua 3 litros.

Se hace con todo una pasta y se frota con ella el mármol. Después se pasa una esponja con jabón, y el mármol queda como nuevo. PARA LIMPIAR MANCHAS DE ACEITE DEL CUERO. Se mojan las manchas con espíritu de sal de amoníaco durante unos momentos, y en seguida se lavan con abundante agua para impedir que aquella sustancia se coma el color del cuero.

Los fué abriendo el contratista, y quedaron visibles docenas de frascos de esencias y de cajas de jabón, así como otros artículos de tocador; todo el encargo enorme hecho á Buenos Aires, que parecía acariciar los ojos con el brillo de sus botellitas de cristal tallado, de sus estuches con forros de seda y pieles finas, de sus etiquetas de oro, al mismo tiempo que cosquilleaban el olfato unos perfumes de jardín sobrenatural.

Palabra del Dia

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