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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


Vaciló Tirso unos instantes, cual jugador que teme aventurar la partida, y después, mirando a su hermano de frente, le preguntó: ¿Crees haber hecho todo lo que debéis a su estado?

, señora. Mi negocio consiste en dos mil quinientas pesetas al año y en una mijita de temblor que he logrado en los tres años que aquí llevo. En efecto, las manos del joven tenían un ligero estremecimiento que se hacía visible cuando se atusaba su fino bigote negro. El grupo de convidados le contempló unos instantes con atención no exenta de hostilidad. Adivinaban en él un enemigo.

Solamente sabe el precio de la pureza el que ha podido penetrar hasta el fondo el alma de una virgen. Toda iniciación que no sea la del amor es un sacrilegio. , sólo el amor tiene derecho a revelar los misterios... Reflexionó unos instantes y siguió diciendo: Habría que casar a Elena.

Después de algunos instantes prosiguió en silencio y con mano temblorosa su tarea. No era la primera vez que había sonado en sus oídos tal noticia. Cuando más niña, alguna compañera maligna le había injuriado de este modo. No le había hecho caso; ni siquiera había pensado en ello. ¿Por qué ahora le producía tan viva impresión?

Entretanto la salud de Doña Isabel decaia por instantes. Sus padecimientos eran tan continuos, que ya no se dudaba de su pronta muerte.

Hubo instantes en que confió su salvación a libros originalísimos que se le ocurrían, y que, según él, estaban destinados a producir gran escándalo en el público. Pero ¿quién iba a imprimirlos? ¿Y la fuerza para escribir dónde podía encontrarla, con la voluntad entorpecida y la inquietud del sustento inseguro?... Comenzaba a dudar de su fuerza.

Como quieras. Bien, pues mañana, antes de comer, pasaré por aquí y lo haremos. Ambos callaron algunos instantes y atendieron al canto de don Serapio, que se lamentaba cada vez con acento más patético de la soledad y tristeza en que su dueño le tenía.

¡Ay Dios mío!, encontrársele así tan de sopetón, ¡precisamente en uno de los pocos instantes en que no estaba pensando en él! Como que iba discurriendo la combinación que le pondría al vestido. ¿Azul o plata vieja? Le miró y se puso del color de la cera blanca.

Pronto el agua de la estiba llegó al puente, mientras que la del mar, que le entraba a torrentes por la parte de afuera, parecía impaciente por devorar su presa. Por algunos instantes, y a la lívida luz de un relámpago, se dejó ver todavía la proa del junco sobre la superficie de las aguas; pero pronto desapareció la nave entera entre las olas, formando un remolino espantoso.

Siguió más tarde con los dichos groseros y de doble sentido, y concluyó por las frases obscenas vertidas en todos los instantes del día en los oídos de la niña. Tampoco logró el resultado propuesto.

Palabra del Dia

vengado

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