United States or Tanzania ? Vote for the TOP Country of the Week !


34 y nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes, y nuestros padres, no pusieron por obra tu ley, ni atendieron a tus mandamientos ni a tus testimonios con que les protestabas. 35 Y ellos en su reino y en tu mucho bien que les diste, y en la tierra espaciosa y fértil que entregaste delante de ellos, no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras.

Habiendo comprendido el Duque de Medinaceli la conveniencia de destruir ó tomar las dos galeotas que ahora estaban cerca del puente, en el fondo del caño, mal podían dejar de sentirla los generales de mar, sabedores de lo que fuera capaz de hacer con ellas Dragut; y no obstante, ni Juan Andrea Doria, bien que se hallara enfermo por entonces, ni Gasparín Doria, su Capitán de bandera, ni D. Sancho de Leyva, atendieron las reiteradas instancias del Capitán general de la empresa, desdeñando la operación de acometer con tan gran armada á dos embarcaciones, con menosprecio de la autoridad del jefe, y con carga de la responsabilidad que sobre ellos vino á caer por entero.

En fin, aunque no eran muy caritativos los compañeros, atendieron a don Braulio, quien no tardó en volver en . Su primer cuidado fué suplicar a los allí presentes que no dijeran nada de lo ocurrido, a fin de que en su casa al saberlo no se asustasen. Todos le prometieron callar.

A seguida cumplió este rey con los deberes de la religion, y entre otros varios actos de munificencia piadosa, se cuenta la donacion de la ALJAFERÍA á la Religion de S. Bernardo, á devocion de este Santo Patriarca que florecia entonces en santidad y letras, cuya donacion dice Luis Lopez que no se sabe si tuvo efecto, pero por los documentos de que haré mérito á seguida, se evidencia, que se atendieron los derechos del monasterio para que por uno de sus monges se sirviese la capilla .

Como quieras. Bien, pues mañana, antes de comer, pasaré por aquí y lo haremos. Ambos callaron algunos instantes y atendieron al canto de don Serapio, que se lamentaba cada vez con acento más patético de la soledad y tristeza en que su dueño le tenía.

Así hacía cerca quinientos años había matado también a traición Velche de Micolalde, deudo de los Ohando, a Martín López de Zalacaín. Catalina se desmayó al lado del cadáver de su marido. El extranjero con la gente de la fonda le atendieron. Mientras tanto, unos gendarmes franceses persiguieron al Cacho, y viendo que éste no se detenía, le dispararon varios tiros hasta que cayó herido.

Ella y su esposo le manifestaron a Mabel su más profundo pesar por su reciente desgracia. Después de quitarnos nuestros abrigos, pasamos al pequeño comedor, donde Gibbons y un sirviente, de librea, nos atendieron y sirvieron la cena, con toda esa majestad antigua característica en aquella espléndida mansión que tantos siglos contaba de existencia.

Callaron buen rato y atendieron á las razones que ambos contendientes se arrojaban al rostro; pero observando su escasa ó ninguna novedad, se pusieron á hablar entre . D. Ignacio fué el primero que se volvió hacia sus compañeros entablando conversación. No le gustaba escuchar, según decía, sino cuando le enseñaban algo.