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Actualizado: 14 de junio de 2025
Sus caras, alteradas por el disimulo y la coquetería, eran rostros de esfinge, espejos de almas insondables. Aquellas mujeres, nacidas en las cumbres sociales, y mimadas por la fortuna, eran la obra perfecta de la Naturaleza, embellecida por las fuerzas de la civilización.
Cinco años largos han transcurrido desde entonces y nada sigue sabiéndose de aquel barco. Ni una tabla, ni un pedazo de lona, ni el más ligero vestigio ha venido á atestiguar la catástrofe. Las olas y las nubes fueron los únicos testigos. Las nubes y las olas empujadas por el destructor hálito del tifón, guardan en sus insondables misterios una historia más.
Esos millones nunca llegarían al Tesoro imperial. Se quedarían en los bolsillos insondables de las clases directoras; serían disipados en plantar jardines, coleccionar porcelanas, alfombrar salones y vestir de seda a las concubinas: no alimentarían una sola piedra de los caminos públicos... Irían a enriquecer la orgía asiática.
Tal cosa había quedado en la tercera gaveta de la cómoda; tal otra en el armario de luna... Pero ya no había remedio. Por cada objeto que no tenía, Isidora echaba a volar media docena de suspiros, encargados de transmitir su desconsuelo a las insondables esferas de lo pasado. Riquín parecía mejor.
Hasta la idea de lo que piden y obtienen apenas se percibe por los profanos sino de un modo confuso, allá en lo más recóndito y tenebroso del alma, allá en los abismos insondables del sentir con el sentido del espíritu, abstrayéndose de los otros sentidos.
Y es que, detrás de estos empleados desbolsillados que cantan los plenos y los colores, uno ve, imaginativamente, unos bolsillos enormes, profundos e insondables, adonde afluye el dinero de todos nosotros. Todavía es tiempo de que suprimamos nuestros bolsillos. Y si no los suprimimos ahora, espontáneamente, tendremos que suprimirlos muy pronto, por inútiles... Las cuatro de la mañana.
D. Pedro Rey, que ha tenido a la muerte a su preciosa niña Perfectita, y para otras diversas familias.... En seguida guardó los cucuruchos en sus bolsillos insondables como la mar, y dando después violenta palmada en la rodilla del guerrillero, le dijo: Veo que está usted mejor.... Esa cara ya es otra.... Pronto estará usted bien. El guerrillero dio un suspiro y se sonrió.
Ella se nos presenta en nuestra imaginacion, como la inmensidad de las regiones etéreas, como abismos insondables, como regiones tenebrosas, mas allá de los límites de la creacion.
Y lo que D. Anselmo afirmaba de la vida total del mundo, lo afirmaba tan bien de la vida de cada individuo. Durante dicha vida podía observarse el desenvolvimiento gradual, hasta que la vida acababa. Pero antes del nacer y después del morir, D. Anselmo sostenía que no atinaba a ver nada: eran dos profundidades tenebrosas, dos insondables abismos, en medio de los cuales se manifestaba la vida. Y las profundidades y los abismos se hallaban como cubiertos de la sustancia, de la materia, de esto que afecta nuestros sentidos, que no podemos concebir sin accidentes y sin formas, que no podemos concebir mudando formas y accidentes; pero que en lo esencial no puede ser aniquilado por la mente humana. La única metafísica ineludible de aquel enemigo de la metafísica era la eternidad de ese ser indefinido y vago.
Águilas y buitres cerniéndose sobre aquellas carnicerías espantosas; picachos desgajándose por sí propios para consumar la obra exterminadora de los valientes mesnaderos de los señores godos de Cantabria; cuevas sin fin, oscuras, de enormes antros, fríos y viscosos, repletos de moros y romanos descuartizados y hediondos; bosques inextricables en que se perdían la senda y la respiración; rocas tajadas sobre abismos insondables; gemidos de agonía entre gritos desaforados de libertad; valles risueños inundados de luz; danzas, cánticos y juegos en sus praderas rozagantes, y paz y abundancia en sus hogares rústicos; después, la nube negra cargada de rayos y pedriscos, pasando sobre ello empujada por el soplo de los hombres malos, arrasándolo todo, haciendo estériles los campos fecundos y trocando en odios y en guerras implacables y continuas, el amor y la paz que antes reinaban entre sus habitadores.
Palabra del Dia
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