Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de mayo de 2025


No; ahora que he salido no me volveré; voy a quedarme aquí afuera dijo Godfrey, cuando llegaron frente a la posada de Marner . Podéis venir a decirme si puedo servir para algo. En verdad, señor, que sois muy bueno; tenéis un corazón tierno dijo Dolly, dirigiéndose hacia la puerta. Godfrey estaba demasiado penosamente preocupado para sentir algún remordimiento por aquel elogio inmerecido.

Entre las páginas del libro encontré la carta de que me había hablado la criada. Tuve un dulce presentimiento, el presentimiento de que iba a encontrar una nueva prueba de afecto inmerecido, y, rasgando el sobre, leí: * «¡Hermana muy querida!

Ni siquiera de cumplido, hombre: «pasen ustedes un momento... avisaré a don Alejandro...» para hacerle el homenaje de amigos... eso es... Pues nada, Leto... portazo, ¡caray! ¿Se habrá sabido aquello? ¿Habremos caído en desgracia?... Si es de cuidado lo de ella... por lo mismo; y si no lo es, igualmente... Vamos, que no hallo razón para el... llamémosle desaire, eso es, inmerecido... Y no me duele por desaire, no, señor: me duele como síntoma, como síntoma de un enojo... eso es, del señor don Alejandro... ¡Caray! con lo que yo le estimo y le... ¿Lo ves de otro modo, Leto?

Don Simón, que no había leído todavía la noticia que le citaba el Ministro, rindió en el fondo de su corazón un nuevo tributo de gratitud al incansable celo del diplomático, y respondió: Favor inmerecido que me dispensan. Justicia que se le hace a usted, amigo mío. Y aun me atrevería a asegurar a quién se la debe.

Pero ya lo era... No había sido sin reñir violentos interiores combates que el marqués se hubiese abandonado a la pasión secreta que la señorita de Sardonne le inspirara; desde el primer día, deslumbrado por su resplandeciente hermosura, interesado por un inmerecido infortunio, púsose con prudencia en guardia contra un sentimiento cuyos peligros preveía; pero su indispensable asiduidad hacia su tía, poniendo casi diariamente a Beatriz ante su vista, habían concluído por derrotar tan sesudos propósitos.

Allí perdía horas y horas mientras los tratados de derecho civil y canónico yacían en los rincones de su cuarto solitarios, cubiertos de polvo, en ignominioso e inmerecido abandono. Cuando su padre falleció, experimentó profunda sensación de soledad y tristeza. Había vivido siempre en total ignorancia de las condiciones materiales de la existencia.

No soy sincera, no lo digo todo...» ¿No pensaría, en el momento de escribir esas palabras, que la traición del marido a quien ella había dedicado todo su amor, la traición de quien había dudado de su amor creyéndole indigno de poseerlo, de quien había prometido dedicar toda su vida a merecerlo, a conservarlo, era en él una grave culpa, y para ella un castigo inmerecido? ¿No pensaba que aquel hombre había mentido o se había vanagloriado de una fuerza que le faltaba?

Palabra del Dia

primorosos

Otros Mirando