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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Se colocó frente al animal, que parecía aguardarle con las patas inmóviles, como si desease acabar cuanto antes su largo martirio. No quiso pasarle otra vez de muleta. Se perfiló con el trapo rojo junto al suelo y la espada horizontal a la altura de sus ojos... ¡A meter el brazo! El público púsose de pie con rápido impulso.
Extendíanse largos espacios de silencio, de un silencio absoluto, el silencio del vacío, en el que sonaba agrandado el zumbar de las moscas salidas de las caballerizas, como si el inmenso circo estuviera desierto, como si hubieran quedado inmóviles y sin respiración las catorce mil personas sentadas en su graderío y fuese Carmen el único ser viviente que subsistía en sus entrañas.
No, no tenía sueño: y para demostrarlo abría desmesuradamente sus hermosos ojos negros. ¡Habla, habla que te escucho! Don Germán siguió hablando maquinalmente, sin preocuparse de lo que decía. Al cabo aquellos ojos brillantes quedaron inmóviles unos instantes y de pronto se cerraron. Elena se durmió como un niño en los brazos de su marido.
Cuando el viento riza las aguas, toman el aspecto y el brillo de la mica, y se ve el mar surcado por líneas blancas que indican las diversas profundidades. Lejos, detrás del Izarra, las lanchas pescadoras, negras, parecen inmóviles; algún barco de vela se presenta en el horizonte, y pasa una gaviota despacio, casi sin mover las alas.
Permanecían inmóviles en el lugar del saludo, hasta que, avisados por el instinto de las miradas curiosas fijas en sus espaldas, iban á sentarse en un diván rinconero, y allí continuaban su conversación. De pronto, el murmullo del público en torno de una mesa la hacía correr á ella con una curiosidad profesional, abandonando momentáneamente á Lubimoff.
Los jinetes permanecieron largo tiempo inmóviles, como si celebrasen consejo, bajo las miradas ansiosas del público, que esperaba algo extraordinario. El primero que salió fue el marqués, acompañado de uno de sus amigos.
Pero ese mismo beso no me gustó; a mí no me habría besado de otra manera. Sí, pero ni siquiera lo ha hecho agregué para mis adentros. Después permanecieron nuevamente inmóviles y silenciosos. Mi corazón latía con tanta violencia, que tuve que apretarme el pecho con las dos manos. Al fin, Marta le dijo: ¿No quieres sentarte, Roberto?
Por otra parte el continuo movimiento de las olas y la inmovilidad de la llanura; el contraste de los barcos que pasaban, con las casas que estaban inmóviles, de la vida aventurera y de la vida determinada por analogía, debía impresionarle muy vivamente y lo saboreaba secretamente, sin duda, con el placer acre propio de las voluptuosidades del espíritu que hacen sufrir.
Bajamos por aquella escalera, hasta llegar á la puerta de la cripta. Esta puerta es de bronce, y está como guardada por dos figuras colosales, que representan el poder civil y el poder militar. Aquellas estátuas inmóviles y silenciosas, parecen dos testigos del otro mundo.
Por ventura las corrientes suelen enredarlos en los mares de sargazo. Los buques se detienen, por fin, aquí o allá, inmóviles para siempre en ese desierto de algas. Así, hasta que poco a poco se van deshaciendo. Pero otros llegan cada día, ocupan su lugar en silencio, de modo que el tranquilo y lúgubre puerto, siempre está frecuentado.
Palabra del Dia
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