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Actualizado: 15 de julio de 2025
La marquesa supo dar tal inflexión a algunas de estas palabras, que su política fue perfectamente comprendida por Jacobo. Aquello de que los deudores quedaban perdonados sentóle muy bien y le llenó de esperanza. ¡Política italiana! dijo moviendo la cabeza . Es la más hábil. Italiana no, romana replicó vivamente la marquesa . ¡Es la más santa!...
Hoy... ayer... siempre, á cada momento, leemos en la Prensa diaria noticias parecidas: «Anoche, el inspector señor Z. detuvo en su domicilio á X., reclamado por este Juzgado, por delito de falsificación...» Efectivamente, son incontables las veces que en el gran teatro amargo de la realidad se ha representado «La casa de la dicha». De aquí su fuerza, su terrible fuerza de lance humano y vivido; vigor que no proviene de la originalidad de los caracteres, ni de la novedad desusada del argumento, ni de las brillanteces artificiosas del estilo, sino del hecho mismo; porque en el teatro, donde un ademán, ó una inflexión de voz, ó un timbre que suena, pueden tener más elocuencia que una frase, la retórica es lo de menos.
Aunque pronunciadas estas palabras en tono jocoso, Elena, que conocía bien a su marido, descubrió en la inflexión de la voz un poco de cólera. En efecto, don Germán estaba enterado de la escena de Tristán con su amigo y pariente Cirilo. Visita se la había contado en secreto a Elena y ésta también en secreto a él.
La línea pues es una construccion intelectual, no envuelve otra cosa que las fluxiones sucesivas de un punto. ¿Qué es el triángulo? una construccion intelectual en que se reunen los extremos de tres líneas. ¿Qué es el círculo? es otra construccion intelectual, el espacio encerrado por la circunferencia, formada á su vez por el extremo de una línea que gira al rededor de un punto. ¿Qué son todas las demás curvas? líneas marcadas por el movimiento de un punto con arreglo á una cierta ley de inflexion. ¿Qué es la superficie? ¿no se engendra su idea con el movimiento de una línea, así como el sólido con el movimiento de una superficie? ¿Qué son todos los objetos de la geometría sino líneas, superficies y sólidos de varias especies y con diversas combinaciones?
La sonrisa, ese amable índice de la satisfacción de sí mismo, se detiene alguna vez sobre sus labios, pero es más frecuente ver en ellos una mueca de desdén. Inútilmente he buscado, inútilmente he esperado en su conversación un movimiento, un gesto, una inflexión que revele un pensamiento cordial.
Hasta la voz de Adriana se modulaba en su memoria con una inflexión distinta: aquella voz que más de una vez escuchara desatendiendo adrede el sentido de lo que ella hablaba, para sólo percibir el secreto de la idea en el rumor musical de las palabras. ¿Y Laura? Era fácil imaginar la consternación de su alma exquisitamente susceptible.
Quevedo al leer no se reía; su acento al leer era el de un profundo crítico, que aprecia cada uno de los detalles, cada uno de los pensamientos, cada una de las bellezas, y las determina, las anota, por decirlo así, con la inflexión del acento, con la acentuación particular de la palabra; que admira y que acaso envidia, y que toma la lectura por lo serio.
No repuse con firmeza. ¿No?... me preguntó con una inflexión de voz llena de ternura y de resentimiento, ¿no? ¡Ah! agregó quiera Dios que su reserva lo haga feliz. Reaccioné, e iba en aquel mismo momento a revelarle todo lo que sentía por ella, cuando entraron Martín y sus padres, y el desenlace, que se había presentado tantas veces en aquel día, quedó de nuevo trunco.
¡Cómo no ha de haberlas! y de primera fuerza: pregúntaselo a Voltaire. ¿A Voltaire? ¡Qué mal ejemplo has presentado!... ¿Por qué? repuso Ricardo, turbado visiblemente, pero dando a su voz una inflexión destinada a disimular la contrariedad de haber citado por oídas, ya que nunca había leído ni una línea del famoso escritor francés. Porque cuando Voltaire tuvo viruelas llamó al confesor.
Todos los días al entrar en casa de Elorza le preguntaba Martita: ¿Ha llegado eso, Ricardo? A las pocas veces repuso entre risueño y enfadado: ¿Acaso tienes ganas de que me vaya, Martita? ¡Oh, no!... dejó escapar la niña con una inflexión de voz que valía por un poema. Pero Ricardo no acertó a leerlo.
Palabra del Dia
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